Capítulo del libro "Cine y criminalidad organizada. Una mirada multidisciplinaria", de Moira Nakausi y Daniel Soto (editores), editorial Cuarto Propio, 2012 (páginas 353-356)
Por Martín Appiolaza (*)
Buenos Aires. Estación
terminal de trenes. Zoom. Gente que va y viene hacia todas las direcciones.
Pululan. Itinerarios y trayectorias de vida que se cruzan. Lugar de paso para
muchos. Lugar de subsistencia para los personajes: allí se teje la trama que
expone los mercados ilícitos y los aparatos de control del Estado como garantes
de su preservación. El Polaquito es un niño que sobrevive cantando tangos, pide
limosnas, se enamora, intenta ganar su libertad metiéndose en los mercados
ilícitos, sueña con proyectarse a través de un hijo y muere atrapado en ese
entorno donde negocio y violencia se complementan.
Manuel Castells[1]
habla de un cuarto mundo donde millones de personas sobreviven al margen de la
economía formal y las leyes. Los personajes de El Polaquito son sus habitantes:
salieron de villas miserables, ganan dinero, se reproducen y mueren en esos
espacios. La hermana de El Polaquito es prostituta, su padrastro abusador y su
madre víctima, trabaja para el Rengo que es proxeneta de niñas en la estación
de trenes y también se queda con una parte de lo que recaudan los que piden
limosna o venden al paso. Para poder trabajar, el Rengo tiene protección
policial: le cobran sobre las ganancias pero le garantizan protección.
ESPACIOS
Los espacios
públicos son apropiados y convertidos en mercados que se disputan pequeños
grupos organizados apelando al crimen con protección estatal. La explotación
económica de los lugares es uno de los tópicos de la película. Las calles y la
villa son ámbitos de subsistencia, los comercios dan aprovisionamiento de lo
que se desee a través del robo. La terminal de trenes y sus vagones son el
refugio.
En una de las
escenas, El Polaquito enamorado de Pelu (una joven prostituta explotada por el
Rengo) intenta independizarse pidiendo limosnas en una esquina. Alquila una
muleta. Pero esa esquina ya tenía “dueños”, un grupo que explotaba a otros
niños. Lo amenazan y le rompen la muleta. Entonces roba para poder saldar su
deuda. Luego intenta cantar sin pagarle al Rengo, pero la represalia casi lo
mata. No se imagina fuera de esa economía informal, sueña con ponerla en beneficio
propio y la violencia lo devuelve siempre al lugar de explotado. Estas
secuencias marcan la lógica de funcionamiento de lo ilegal.
AGENTES
“Mientras el
sistema funciona, ganamos todos”, le dice el sargento policía que lo tiene
detenido por intentar independizarse y dejar de darle una parte de las
ganancias al Rengo. Habla de un sistema que, en la versión restringida que
propone la película, tiene en la cúspide a la policía. Ellos son los guardianes
de que el “sistema” de negocios ilícitos y explotación de niños y niñas
funcione.
El Rengo es el
lugarteniente, el viejo delincuente con códigos que administra el negocio de
mendicidad y prostitución. Para el trabajo sucio tiene a otros niños y jóvenes.
La violencia es el garante de que el sistema ilícito funcione. Esa violencia es
directa y ejercida por el Rego y su gente, o bien por la policía y el sistema
de Justicia a través de la cárcel de menores.
En la relación
entre policía y crimen se grafica lo que Alberto Binder y Marcelo Saín describen
como el doble pacto. Un primer nivel del pacto poco explicitado en el film es
entre la dirigencia política y las organizaciones policiales. Busca que los
uniformados garanticen orden con un nivel tolerable de delitos a cambio de
protección política. Un segundo nivel, mucho más evidente, es la función
reguladora entre las fuerzas de seguridad y el delito. Ese nivel de pacto
incluye la tolerancia de determinados delitos y también el financiamiento de
las estructuras policiales como de parte de su funcionamiento con recursos
provenientes de lo ilícito. Esto es posible mientras existe una condición de autogobierno
policial, en el que las autoridades políticas ejercen plenamente su
responsabilidad de la dirección institucional de las fuerzas[2].
La falta de
profundidad sobre el alcance político del pacto de tolerancia de la policía con
el delito es una de las debilidades argumentales de la película, que termina
redundando en la asociación entre delito y pobreza. Descuida las funciones
encubrimiento, financiamiento y protección de las actividades criminales por
gente que no es pobre, que goza de prestigio social y que puede estar inserta
en actividades económicas lícitas.
VINCULOS
Mencionamos que la
trama argumental describe una serie de relaciones violentas entre los distintos
agentes en estas estructuras ilícitas. Existen expresiones de esa violencia que
son más visibles que otras, se las asocia con la inseguridad o bien se las
considera expresiones del crimen organizado. Es un aporte valioso de la
película para el debate académico, el modo en que encadena las distintas formas
de violencia que marcan los vínculos entre los agentes de la economía
delictiva.
La violencia sexual
en el ámbito familiar como en las relaciones sociales aparece expresada como un
modo de recurrente. Las relaciones sexuales son presentadas como formas frecuentes
de explotación y abuso. El daño físico o la pérdida de control sobre el propia
sexualidad es una de las manifestaciones de violencia. También la violencia
física y psicológica en el ámbito familiar o bien en los espacios públicos. El
uso de armas de fuego y la violencia auto infringida son otras expresiones
recurrentes en los vínculos presentados en el film.
Como alternativa a
este entorno la Pelu contrapone la historia de su padre que la espera en
Brasil. El Polaquito se aferra al amor a la Pelu y busca transcender a través
de un hijo. El amor es presentado como el motor de los conflictos y la
alternativa a un entorno violento de opresión moral y económica.
MERCADOS
El discurso de
criminalización de la infancia focaliza sobre sus transgresiones a la ley. Sin
embargo, evita profundizar en la relación que esas faltas o delitos se integran
en las estructuras económicas ilícitas. La película de Desanzo se para en el
corazón de los mercados ilícitos que son los que le dan una lógica económica y
donde se articulan los distintos agentes. Desde esta perspectiva, los delitos
de El Polaquito y sus amigos adquieren otra lógica social.
Alberto Binder
sostiene que un entendimiento y efectivo abordaje de los mercados ilícitos es
la manera de construir una política criminal minimalista, democrática y
efectiva para reducir la violencia y el delito[3].
En torno a estos mercados gira una buena parte de la criminalidad urbana,
organizándola y garantizando su permanencia con la intervención de niveles de
operativos, de protección y de financiamiento.
En la película son
expuestos los mercados ilícitos de armas y de drogas prohibidas, mercado de lo
robados, del sexo y también de la medicina ilegal expresada en los abortos. Por
elección racional en la búsqueda de dinero para sobrevivir o bien cooptados,
los protagonistas circulan por estas organizaciones. Son el “sistema”, en
términos del policía que detiene a El Polaquito en el diálogo citado.
EPILOGO
La película aborda
con profundidad las lógicas predominantes en el delito urbano, mostrando las
formas en que se organiza la explotación de personas y espacios públicos con la
intervención de distintos agentes sociales regulados por el poder institucional
y económico. Antepone el amor y la trascendencia (genética a través de un hijo
o mediática a través del “gran golpe”) como contracaras de esa vida donde tanto
las instituciones de control social como las organizaciones criminales
mantienen cautivos a niños, niñas y jóvenes de comunidades populares.
Sin embargo, buena
parte de la riqueza argumental queda devaluada por los tics propios del cine argentino
con pretensiones de profundidad y compromiso social. La película mantiene al
espectador en el confort de ser testigo, sin problematizarlo sobre su
complicidad en el funcionamiento de las organizaciones criminales. El exceso de
códigos subculturales, la caricaturización de los malos y los buenos, los
guiños políticamente correctos diluyen posibilidades dramáticas de la película.
Incluso en la
construcción de la historia, los problemas son obra y gracia de pobres sin
hurgar en la necesaria participación de otros grupos sociales acomodados
económicamente. Este componente le hubiera dado más espesor argumental y hubiera
contribuido a meter al público en el film en un lugar más incómodo.
Más allá de estas
observaciones sobre la realización, la obra de Desanzo aporta una mirada sobre
las estructuras criminales escasa en el cine argentino y sabrosa para el análisis.
[1]
CASTELLS, Manuel. 1999. La
Era de la Información. Vol. II: Economía, sociedad y cultura. México, Distrito
Federal: Siglo XXI Editores.
(*)
Experto en seguridad ciudadana y especialista en políticas públicas. Director
del Centro de Estudios de Seguridad Urbana y coordinador del Diplomado en
Seguridad Democrática de la Universidad Nacional de Cuyo.
[2] SAIN, Marcelo
(2007): El Leviatán azul, Siglo XXI, Buenos Aires.
[3] BINDER, Alberto (2009): El control de la criminalidad en una sociedad
democrática. Ideas para una discusión conceptual, en Kessler, Gabriel
(Compilador): Seguridad y ciudadanía. Nuevos paradigmas y políticas públicas,
Foros del Bicentenario, Edhasa, Buenos Aires.