Martín Appiolaza
martes, 11 de octubre de 2016
martes, 3 de mayo de 2016
Martín Appiolaza, especialista en materia de “seguridad democrática”, analizó los cambios propuestos por el gobernador Cornejo
Martín Appiolaza es director de Prevención, Participación
Ciudadana y Derechos Humanos de Godoy Cruz y también especialista en materia de
seguridad democrática.
En ese contexto, se animó a analizar los paquetes de
medidas y declaraciones que realizó en el discurso legislativo el gobernador
Alfredo Cornejo a los fines de “combatir la delincuencia”, como el
propio mandatario señaló.
En declaraciones a Radio Nacional Mendoza, Appiolaza
reivindicó las medidas tendientes a la profesionalización de los uniformados de
cara a “una mejor policía contra más efectivos policiales”.
La fuerte inversión en insumos (uniformes, armas 9 mm,
reparación de móviles, etc) para las fuerzas policiales por 70 millones de pesos,
que se suman a los 561 millones ya contemplados en la Ley de Emergencia de
Seguridad sancionada en marzo pasado, fue el primer punto que se le propuso al
especialista para analizar.
¿El destino de mayores recursos económicos garantiza la
merma del delito? Appiolaza considera que la cuestión de delito y la
violencia es “muy amplia, por lo que implica diversas herramientas y
dimensiones”.
En este sentido, explicó que es fundamental una Policía
preparada como recurso humano con herramientas adecuadas a los tiempos. Dijo
que el equipamiento y el funcionamiento policial tienen cierta periodicidad de
utilidad debido a la evolución de las formas de criminalidad que requieren de
mayor actualización. Dio cuenta que hay tecnologías que permiten dejar un
registro de las actuaciones policiales “que es un reaseguro para las personas,
los vecinos y los funcionarios policiales”.
¿Mendoza tiene buenos o malos policías? “Hay de todo”,
respondió Appiolaza, “como en cualquier otro oficio o profesión. Los malos
policías son la minoría, sino todo se caería a pedazos”. Resaltó la parte del
discurso de Cornejo donde ordenó “fin a la policía corrupta”. Para el
especialista esta postura marcó “una irrupción, se viene hablando de la
cantidad de policías y el Gobernador dijo ‘no quiero muchos policías, quiero
buenos policías”. Desde este lugar cuestionó la cantidad de ingresantes a la
Fuerza en los últimos años sobre la calidad de la formación.
Las recientes modificaciones a la Carta Orgánica de la
Policía (Ley 6722) favorecería a la concepción de la “buena policía” desde la
mirada de Appiolaza porque habilita que el 50 por ciento de los efectivos que
quedaron “desenganchados” de la carrera policial dentro de la categoría
auxiliar y sin posibilidad de acceder al escalafón hoy puedan reengancharse y
formarse. ¿Cómo debe ser una buena policía?: “Hay consenso entre los
mendocinos de cómo debe ser, rescato a jefes policiales como Roberto Munives
por su desarrollo profesional”.
Sobre la polémica creación de la figura del Defensor de Policías,
Martín Appiolaza consideró que “no genera desigualdades sociales” con los
sectores perjudicados por el mal accionar de ciertos efectivos: “en todo caso
habrá que mejorar la Defensoría Pública para todos”, concluyó.
domingo, 17 de enero de 2016
Control de arsenal policial: importante para prevenir el delito
El descontrol en arsenales policiales alimenta al crimen. El Ministerio de Seguridad dio un paso fundamental al auditar y denunciar el faltante de armas y municiones. Es el principio de cualquier política integral de prevención de la violencia armada.
Publicado en Mdz, 17 de enero de 2016.
Las armas y las balas no nacen de un repollo. Alguien las
fabrica, alguien las vende, alguien hace negocio con las armas con márgenes de
ganancia muy generosos, alguien las usa. Y alguien las guarda. En todo el
mundo, los arsenales oficiales son proveedores de armas y balas que terminan en
manos del crimen. Por eso hay que controlarlos muy bien para prevenir la
violencia y los delitos más graves. El Ministerio de Seguridad acaba de tomar
una medida indispensable: auditó el arsenal policial y denunció que faltan
armas. Es la punta del ovillo.
Según la información periodística, detectaron un faltante de
13 ametralladoras, un puñado de pistolas, chalecos antibalas y municiones.
Primero: son bienes públicos y bajo custodia de funcionarios públicos, si hubo
un ilícito la Justicia tendrá que encontrar a los responsables. Segundo: más
grave, ametralladoras, municiones y chalecos andan sueltos por ahí, muy
posiblemente en manos de delincuentes que los podrán usar para seguir
delinquiendo o incluso para atacar a policías.
Los tiroteos son un tema de preocupación de los vecinos de
los barrios del Gran Mendoza. Esas balas y armas salieron de algún lado. En el
mundo 50% de las víctimas de homicidios con armas tienen entre 15 y 29 años, el
79% son varones. En América Latina la posibilidad de morir siendo joven es
cuatro veces más alta que en el resto del mundo, potenciada por el uso de
armas: 66% de los homicidios (el doble que en Asia y África). En la Argentina,
6 de cada 10 homicidios son con armas de fuego. Controlar de dónde salen y a
quiénes llegan las armas es un imperativo para la seguridad pública.
Las políticas de prevención de la violencia armada dan
buenos resultados en todos lados. Ciudades de Estados Unidos, Sudáfrica,
Australia, Escocia, tienen logros importantes. Se trata de evitar que las armas
y balas lleguen a las personas inadecuadas, de desmantelar los proveedores y
almacenes del mercado negro de armas con inteligencia criminal, de controlar la
fuga de los arsenales públicos y privados, de prevenir los tiroteos de banditas
juveniles. Aquí cerca, Santa Fe, trabajó en estos ejes y Rosario logró bajar
considerablemente los homicidios.
Lejos de los buenos ejemplos, Mendoza parece condenado a
repetir sus errores. No es la primera vez que faltan armas y municiones del
arsenal policial. Hace 15 años hubo una auditoría. Con el entonces
subsecretario de Relaciones con la Comunidad, Gabriel Conte y el director de
Administración, Martín Kerchner, denunciamos el ilícito. Hubo investigación
judicial y responsables.
También hubo medidas reparatorias: las Naciones Unidas a
través de la agencia regional de paz, desarme y desarrollo (UN-LiREC),
contribuyó con dinero y expertos para ordenar el arsenal, darle más seguridad e
incluso adaptar una de las piletas de la ex bodega Giol como depósito de armas
secuestradas bajo custodia de la Justicia (a la que le habían robado cientos de
armas). Paradójicamente al final del gobierno de Pérez y por insistencia del ex
gobernador, el depósito de armas judicial pasó a manos policiales por una
acordada de la Suprema Corte. Preocupante, después de conocerse los resultados
de la auditoría que hizo el Ministerio de Seguridad.
Es vergonzoso para los mendocinos que hayamos retrocedido en
la historia. Mendoza supo ser pionera al establecer una política de control de
armas que moldeó la actual política nacional y generó precedentes de peso
internacional. El propio gobernador Alfredo Cornejo impulsó políticas estrictas
de control y persecución de los mercados ilícitos de armas cuando fue Ministro
de Seguridad, fue motor en el Parlamento de nueva legislación y luego invitado
por las Naciones Unidas para contárselas a representantes de todos los países.
Como entonces fuimos noticias por la transparencia hoy somos noticia por el
desatino que se apoderó del Estado en los últimos años. La auditoría es un buen
primer paso para empezar a remediarlo.
(*) Martín Appiolaza. Director de Prevención,
Participación Comunitaria y Derechos Humanos de la Municipalidad de Godoy Cruz.
domingo, 15 de noviembre de 2015
jueves, 20 de agosto de 2015
Criminología cultural y el trabajo con grupos juveniles violentos como actores sociales del cambio
APPIOLAZA, Martín (2014). Criminología cultural y el trabajo con grupos juveniles violentos como actores sociales del cambio. En: Mejia Rivera, J. Ballesteros, G. y Murillo, J. (2014) Coord. pp. 49-101. Editorial San Ignacio. Tegucigalpa.
En
la sociedad posindustrial, en el mundo globalizado huérfano de proyectos de
sociedad totales, organizadores del tiempo y las acciones, donde el Estado ya
no tiene el monopolio de la fuerza ni el control del flujo de divisas, personas
o productos, están emergiendo las parcialidades culturales con fuerte arraigo
local. Nuevos tiempos, nuevos problemas: se necesitan nuevas respuestas.
Son
noticia todos los días: crimen organizado, grupos criminales que dominan las
fronteras, tráfico de drogas y personas a cargo de paramilitares, pandillas
cooptadas por el crimen, más leyes, más penas, más represión policial, cárceles
abarrotadas, motines, grupos criminales que reclutan dentro de las prisiones y
manejan los negocios ilegales en las ciudades vecinas, colusión entre política,
grupos económicos, fuerzas de seguridad y crimen. Lo transmite la televisión,
lo leemos en internet, sabemos lo que pasa simultáneamente en todos lados. Lo
que sucede en nuestros barrios tiene conexión con la dinámica global.
Dijimos:
los abordajes clásicos a la cuestión política criminal resultan ineficientes.
No alcanza con sancionar leyes que controlen y disuadan porque la
institucionalidad estatal resulta ineficiente a la hora de aplicarlas. Los
patrones delictivos de otros tiempos son menos precisos en épocas de
fortalecimiento de las identidades y autonomización de los sujetos. En
consecuencia, las políticas tradicionales prescriben tratamientos correctivos
que apelan a un control que se revela ineficiente. Por eso atendimos a la
evolución de las teorías criminológicas y la atención a las políticas sociales.
El reconocimiento del sujeto emancipado, que alcanza la expansión de sus
oportunidades, necesita una política criminal que entienda los nuevos tiempos y
atienda los conflictos desde un reconocimiento de las personas condicionadas
por sus entornos.
La
criminología cultural se pregunta sobre los sujetos transgresores, sobre los
grupos transgresores. El nuevo enfoque interpela la definición de pandilla. Llegamos
a la pregunta, ahora con un nuevo enfoque teórico, para tratar de definir
nuestro objeto de estudio. ¿Qué son las pandillas?
En
este capítulo nos ocuparemos de describir la perspectiva teórica de la
criminología cultural, su metodología de trabajo y los principales aportes que
ha brindado al entendimiento de qué son, cómo funcionan y por qué proliferan las
pandillas. Tomaremos dos perspectivas de análisis de los grupos juveniles
violentos inscriptas dentro de la nueva criminología, que abrevan en las
teorías sobre movimientos sociales y la construcción de ciudadanía en la
sociedad de la modernidad tardía. Pensaremos las pandillas como organizaciones
y la posibilidad de convertirse en transformadores de sus condiciones sociales.
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