martes, 3 de mayo de 2016

Martín Appiolaza, especialista en materia de “seguridad democrática”, analizó los cambios propuestos por el gobernador Cornejo






Martín Appiolaza es director de Prevención, Participación Ciudadana y Derechos Humanos de Godoy Cruz y también especialista en materia de seguridad democrática.
En ese contexto, se animó a analizar los paquetes de medidas y declaraciones que realizó en el discurso legislativo el gobernador Alfredo Cornejo a los fines de “combatir la delincuencia”, como el propio mandatario señaló.
En declaraciones a Radio Nacional Mendoza, Appiolaza reivindicó las medidas tendientes a la profesionalización de los uniformados de cara a “una mejor policía contra más efectivos policiales”.
La fuerte inversión en insumos (uniformes, armas 9 mm, reparación de móviles, etc) para las fuerzas policiales por 70 millones de pesos, que se suman a los 561 millones ya contemplados en la Ley de Emergencia de Seguridad sancionada en marzo pasado, fue el primer punto que se le propuso al especialista para analizar.
¿El destino de mayores recursos económicos garantiza la merma del delito? Appiolaza considera que la cuestión de delito y la violencia es “muy amplia, por lo que implica diversas herramientas y dimensiones”.
En este sentido, explicó que es fundamental una Policía preparada como recurso humano con herramientas adecuadas a los tiempos.  Dijo que el equipamiento y el funcionamiento policial tienen cierta periodicidad de utilidad debido a la evolución de las formas de criminalidad que requieren de mayor actualización. Dio cuenta que hay tecnologías que permiten dejar un registro de las actuaciones policiales “que es un reaseguro para las personas, los vecinos y los funcionarios policiales”.
¿Mendoza tiene buenos o malos policías? “Hay de todo”, respondió Appiolaza, “como en cualquier otro oficio o profesión. Los malos policías son la minoría, sino todo se caería a pedazos”. Resaltó la parte del discurso de Cornejo donde ordenó “fin a la policía corrupta”. Para el especialista esta postura marcó “una irrupción, se viene hablando de la cantidad de policías y el Gobernador dijo ‘no quiero muchos policías, quiero buenos policías”. Desde este lugar cuestionó la cantidad de ingresantes a la Fuerza en los últimos años sobre la calidad de la formación.
Las recientes modificaciones a la Carta Orgánica de la Policía (Ley 6722) favorecería a la concepción de la “buena policía” desde la mirada de Appiolaza porque habilita que el 50 por ciento de los efectivos que quedaron “desenganchados” de la carrera policial dentro de la categoría auxiliar y sin posibilidad de acceder al escalafón hoy puedan reengancharse y formarse. ¿Cómo debe ser una buena policía?: “Hay consenso entre los mendocinos de cómo debe ser, rescato a jefes policiales como Roberto Munives por su desarrollo profesional”.
Sobre la polémica creación de la figura del Defensor de Policías, Martín Appiolaza consideró que “no genera desigualdades sociales” con los sectores perjudicados por el mal accionar de ciertos efectivos: “en todo caso habrá que mejorar la Defensoría Pública para todos”, concluyó. 

domingo, 17 de enero de 2016

Control de arsenal policial: importante para prevenir el delito



El descontrol en arsenales policiales alimenta al crimen. El Ministerio de Seguridad dio un paso fundamental al auditar y denunciar el faltante de armas y municiones. Es el principio de cualquier política integral de prevención de la violencia armada.


Publicado en Mdz, 17 de enero de 2016.
Las armas y las balas no nacen de un repollo. Alguien las fabrica, alguien las vende, alguien hace negocio con las armas con márgenes de ganancia muy generosos, alguien las usa. Y alguien las guarda. En todo el mundo, los arsenales oficiales son proveedores de armas y balas que terminan en manos del crimen. Por eso hay que controlarlos muy bien para prevenir la violencia y los delitos más graves. El Ministerio de Seguridad acaba de tomar una medida indispensable: auditó el arsenal policial y denunció que faltan armas. Es la punta del ovillo.
Según la información periodística, detectaron un faltante de 13 ametralladoras, un puñado de pistolas, chalecos antibalas y municiones. Primero: son bienes públicos y bajo custodia de funcionarios públicos, si hubo un ilícito la Justicia tendrá que encontrar a los responsables. Segundo: más grave, ametralladoras, municiones y chalecos andan sueltos por ahí, muy posiblemente en manos de delincuentes que los podrán usar para seguir delinquiendo o incluso para atacar a policías.
Los tiroteos son un tema de preocupación de los vecinos de los barrios del Gran Mendoza. Esas balas y armas salieron de algún lado. En el mundo 50% de las víctimas de homicidios con armas tienen entre 15 y 29 años, el 79% son varones. En América Latina la posibilidad de morir siendo joven es cuatro veces más alta que en el resto del mundo, potenciada por el uso de armas: 66% de los homicidios (el doble que en Asia y África). En la Argentina, 6 de cada 10 homicidios son con armas de fuego. Controlar de dónde salen y a quiénes llegan las armas es un imperativo para la seguridad pública.
Las políticas de prevención de la violencia armada dan buenos resultados en todos lados. Ciudades de Estados Unidos, Sudáfrica, Australia, Escocia, tienen logros importantes. Se trata de evitar que las armas y balas lleguen a las personas inadecuadas, de desmantelar los proveedores y almacenes del mercado negro de armas con inteligencia criminal, de controlar la fuga de los arsenales públicos y privados, de prevenir los tiroteos de banditas juveniles. Aquí cerca, Santa Fe, trabajó en estos ejes y Rosario logró bajar considerablemente los homicidios.
Lejos de los buenos ejemplos, Mendoza parece condenado a repetir sus errores. No es la primera vez que faltan armas y municiones del arsenal policial. Hace 15 años hubo una auditoría. Con el entonces subsecretario de Relaciones con la Comunidad, Gabriel Conte y el director de Administración, Martín Kerchner, denunciamos el ilícito. Hubo investigación judicial y responsables.
También hubo medidas reparatorias: las Naciones Unidas a través de la agencia regional de paz, desarme y desarrollo (UN-LiREC), contribuyó con dinero y expertos para ordenar el arsenal, darle más seguridad e incluso adaptar una de las piletas de la ex bodega Giol como depósito de armas secuestradas bajo custodia de la Justicia (a la que le habían robado cientos de armas). Paradójicamente al final del gobierno de Pérez y por insistencia del ex gobernador, el depósito de armas judicial pasó a manos policiales por una acordada de la Suprema Corte. Preocupante, después de conocerse los resultados de la auditoría que hizo el Ministerio de Seguridad.
Es vergonzoso para los mendocinos que hayamos retrocedido en la historia. Mendoza supo ser pionera al establecer una política de control de armas que moldeó la actual política nacional y generó precedentes de peso internacional. El propio gobernador Alfredo Cornejo impulsó políticas estrictas de control y persecución de los mercados ilícitos de armas cuando fue Ministro de Seguridad, fue motor en el Parlamento de nueva legislación y luego invitado por las Naciones Unidas para contárselas a representantes de todos los países. Como entonces fuimos noticias por la transparencia hoy somos noticia por el desatino que se apoderó del Estado en los últimos años. La auditoría es un buen primer paso para empezar a remediarlo.
(*) Martín Appiolaza.  Director de Prevención, Participación Comunitaria y Derechos Humanos de la Municipalidad de Godoy Cruz.

jueves, 20 de agosto de 2015

Criminología cultural y el trabajo con grupos juveniles violentos como actores sociales del cambio

APPIOLAZA, Martín (2014). Criminología cultural y el trabajo con grupos juveniles violentos como actores sociales del cambio. En: Mejia Rivera, J. Ballesteros, G. y Murillo, J. (2014) Coord. pp. 49-101. Editorial San Ignacio. Tegucigalpa.





Por Martín Appiolaza

Introducción
En la sociedad posindustrial, en el mundo globalizado huérfano de proyectos de sociedad totales, organizadores del tiempo y las acciones, donde el Estado ya no tiene el monopolio de la fuerza ni el control del flujo de divisas, personas o productos, están emergiendo las parcialidades culturales con fuerte arraigo local. Nuevos tiempos, nuevos problemas: se necesitan nuevas respuestas.
Son noticia todos los días: crimen organizado, grupos criminales que dominan las fronteras, tráfico de drogas y personas a cargo de paramilitares, pandillas cooptadas por el crimen, más leyes, más penas, más represión policial, cárceles abarrotadas, motines, grupos criminales que reclutan dentro de las prisiones y manejan los negocios ilegales en las ciudades vecinas, colusión entre política, grupos económicos, fuerzas de seguridad y crimen. Lo transmite la televisión, lo leemos en internet, sabemos lo que pasa simultáneamente en todos lados. Lo que sucede en nuestros barrios tiene conexión con la dinámica global.
Dijimos: los abordajes clásicos a la cuestión política criminal resultan ineficientes. No alcanza con sancionar leyes que controlen y disuadan porque la institucionalidad estatal resulta ineficiente a la hora de aplicarlas. Los patrones delictivos de otros tiempos son menos precisos en épocas de fortalecimiento de las identidades y autonomización de los sujetos. En consecuencia, las políticas tradicionales prescriben tratamientos correctivos que apelan a un control que se revela ineficiente. Por eso atendimos a la evolución de las teorías criminológicas y la atención a las políticas sociales. El reconocimiento del sujeto emancipado, que alcanza la expansión de sus oportunidades, necesita una política criminal que entienda los nuevos tiempos y atienda los conflictos desde un reconocimiento de las personas condicionadas por sus entornos.
La criminología cultural se pregunta sobre los sujetos transgresores, sobre los grupos transgresores. El nuevo enfoque interpela la definición de pandilla. Llegamos a la pregunta, ahora con un nuevo enfoque teórico, para tratar de definir nuestro objeto de estudio. ¿Qué son las pandillas?
En este capítulo nos ocuparemos de describir la perspectiva teórica de la criminología cultural, su metodología de trabajo y los principales aportes que ha brindado al entendimiento de qué son, cómo funcionan y por qué proliferan las pandillas. Tomaremos dos perspectivas de análisis de los grupos juveniles violentos inscriptas dentro de la nueva criminología, que abrevan en las teorías sobre movimientos sociales y la construcción de ciudadanía en la sociedad de la modernidad tardía. Pensaremos las pandillas como organizaciones y la posibilidad de convertirse en transformadores de sus condiciones sociales.