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miércoles, 4 de marzo de 2015

"Aristocracia de partidos facilita ingreso de mafias"


Publicado diario La Industria, 1 de marzo de 2015 (Trujillo, Perú)

“Cuando las organizaciones políticas son manejadas por una reducida aristocracia partidaria es más fácil que sean copadas por grupos delincuenciales”, aseguró el argentino Martín Appiolaza, especialista en Seguridad pública, prevención del delito y gobernabilidad, quien estuvo en Trujillo para disertar sobre las acciones preventivas orientadas a combatir la inseguridad ciudadana.
Precisó que en los partidos políticos que orgánicamente son más democráticos existen diversas voces que incrementan la capacidad de concertación, lo cual dificulta la aproximación de los delincuentes que buscan llegar al poder a través de ellos.
Esta advertencia la lanzó al invocar la necesidad de enfrentar con firmeza la delincuencia, de lo contrario los criminales comenzarán a copar el Estado financiando sus propios candidatos con el afán de administrar los fondos públicos a través de una alcaldía o una región.
Agrega que en este contexto es fundamental la lucha contra la corrupción, de tal modo que la transparencia de los sistemas políticos garanticen que las inversiones sean de origen lícito.
 “Cuanto más democráticas sean las sociedades menos posibilidades de avanzar tiene el crimen organizado y esto exige mayor compromiso y más participación. Tengamos presente que si los delincuentes logran atemorizarnos y aislarnos se harán más fuertes. La respuesta pasa por abordajes integrales y compromisos conjuntos en los que las instituciones cumplan su función”, aseveró.
El especialista recordó que las extorsiones no son nuevas, pues ya ocurrieron en otros países, la clave radica en que nadie se arriesga a enfrentarlas con fuerza. “Esto exige eficiencia y voluntad de la Policía, la justicia y el resto de instituciones del Estado en el cumplimiento de su deber”.

Alega que cuando miedo se apodera de la población, ésta se repliega, facilitando el posicionamiento de las estructuras delincuenciales que quieren dominar la sociedad, negociando a su antojo, sin importarle las personas.

martes, 31 de julio de 2012

Appiolaza: "Si cumpliéramos con la ley tendríamos cárceles diferentes"

Estamos en comunicación con Martín Appiolaza, director del Centro de Estudios de Seguridad Urbana de la UNCuyo.
-Me gustaría que habláramos del canje de armas, ¿cuál es su opinión?
-Es una de las medidas necesarias para reducir la violencia armada, una de las medidas que debe ser complementada con muchas otras.
-¿Cree que los delincuentes van a entregar las armas, no somos nosotros los que no son delincuentes los que entregaríamos las armas?
-La verdad yo no te conozco Raúl, pero no se en qué momento en un ataque de violencia o en una situación crítica podés también trasgredir la ley, la cuestión es la que la presencia de un arma puede facilitar y de hecho es mucho más letal que otro tipo de instrumento a la hora de matar.
-Yo no tendría un arma, pero si la tuviera a lo mejor yo la entregaría, ¿pero la entregaría un delincuente?
-No es la idea, la idea es reducir la disponibilidad de armas en la sociedad para que haya menos flujo de armas en los mercados ilícitos, para que haya menos flujo de armas hacia los mercados ilícitos y entonces, ahí si el objetivo último a largo plazo es que sea mucho más difícil conseguir armas para delinquir.

miércoles, 8 de junio de 2011

Seguridad democrática: Pilar para una sociedad "armónica e igualitaria"


Por Penélope Moro
Martín Appiolaza,  director del Centro de Estudios de Seguridad Urbana de la UNCUYO, responde a interrogantes básicos en torno a la necesidad de consolidar un modelo de seguridad consustanciado con los valores democráticos. El camino iniciado por el gobierno Nacional al respecto y lo que todavía falta por recorrer. Las prioridades del área a nivel provincial. Explica además, el modo en que la comunidad y la universidad deben aportar a este nuevo paradigma.

Seguridad democrática: Pilar para una sociedad
Si bien el especialista considera que el gobierno Nacional tardó mucho tiempo en plasmar un nuevo modelo de seguridad, reconoce que a partir de la constitución del Ministerio de Seguridad de la Nación la transformación estaría dando sus primeros pasos. En este sentido destaca el impulso de políticas tendientes a democratizar las fuerzas de seguridad y a atacar las causas del delito más que a los efectos. Esto como consecuencia de que el poder político comience a responsabilizarse en el tema, y las cuestiones de seguridad poco a poco cesen de ser entendidas como un tema estrictamente policial.
Con la intención de profundizar su análisis sobre el actual paradigma de la seguridad y los desafíos a los que se enfrenta, Appiolaza, con destacada experiencia en la temática, delinea los modelos que lo antecedieron. En ese recorrido histórico advierte que a nivel provincial se hace prioritario optimizar la formación de futuros técnicos políticos en el ámbito de la seguridad y la actualización de la información acerca de los cambios ocurridos  en las lógicas y las formas del comportamiento delictivo.
El investigador, quien además coordina el Diplomado de Seguridad Democrática que se dicta en la UNCUYO, propone la participación integral de la comunidad, el ámbito académico y los medios de comunicación en la elaboración y aplicación de políticas de seguridad que promuevan una sociedad “más armónica y más igualitaria”.
A continuación las respuestas que a modo de reflexión y aporte brindó el entrevistado con la intención de promover una seguridad basada en principios verdaderamente democráticos.
¿Podés hacer un recorrido por los principales modelos de seguridad aplicados en el país en las últimas décadas?
Los comisarios políticos que respondían al poder conservador de la década infame, fueron suplantados por un modelo profesional y centralizado durante los años del peronismo. Luego, comenzó a calar la Doctrina de Seguridad Nacional que asimiló las fuerzas de seguridad a la estructura militar de control del orden interno. Consideraba que el país sufría una amenaza externa que quería subvertir el orden social, expresado en movimientos políticos armados o pacíficos, actividad sindical, intelectuales y toda expresión de izquierdas.
Con la llegada de la democracia hubo avances tibios en materia de seguridad. Las estructuras policiales tuvieron una continuidad, pero sometidas a la investigación de las violaciones a los derechos humanos. En los años ’90, con la vuelta de las políticas neoliberales, hubo una profundización del modelo de control social y de orden público. Tenía su lógica: por un lado se reducían derechos económicos y sociales generando conflictividad social; en repuesta el gobierno aplicaba la fuerza del Estado. Por lo tanto, necesitaba mantener fuerzas policiales orientadas al control.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Documental: "Hip Hop: el 5to elemento". Dirección: Martín Appiolaza y Dany Pacheco


Hip Hop: el 5to elemento from Martin Appiolaza on Vimeo.
(Argentina, 2009). Arte urbano como forma de expresión de las distintas juventudes de Mendoza (Argentina). El Hip Hop como cultura de reconocimiento y forma de entender la violencia y discriminación. También como forma de evitar la violencia y el delito.

Producción y dirección: Martín Appiolaza y Dany Pacheco.

 www.el5toelemento.com.ar

 martin.appiolaza@gmail.com

sábado, 23 de junio de 2007

“La infancia es la opción para una sociedad nueva”


Entrevista a Eduardo Bustelo, autor de “El recreo de la infancia”


La propuesta es recrear: crear nuevamente la infancia libre de la compasión que justifica que los adultos la controlen. Los niños son los que más sufren la pobreza, la violencia y la opresión en nombre de su protección. Pero la infancia es el único camino para un nuevo comienzo como sociedad.

Diario
Los Andes, 23 de junio del 2007

Por Martín Appiolaza

Dispara sus argumentos para un nuevo comienzo de la infancia -también de la sociedad-, desde el hastío y la rabia. El sufrimiento de los niños en el mundo genera indiferencia, mientras las publicidades usan a la infancia para vender casi cualquier cosa, el control sobre los pibes que se salen del molde se vale de la mano dura, y las miradas piadosas los imaginan más como muñequitos de plastilina que como personas. Porque cree que “la infancia es el único agente social que puede transportar la idea de cambio” dispara la polémica como inicio de un nuevo camino.
Eduardo Bustelo trabajó durante más de 20 años en temas de niñez. Cambió de aires para trabajar sobre planificación social (dirige una maestría en la Universidad Nacional de Cuyo y antes hizo lo mimso en la Universidad de Buenos Aires). Pero un episodio lo devolvió al tema de niñez y desató la reacción, porque han pasado los años y poco mejora para la infancia.
Por eso le pone el cuerpo y escribe en primera persona. Asume: “formé parte del proceso en que se discutió la Convención de los Derechos del Niño y de la Cumbre Mundial de la Infancia. Me siento responsable de muchas de las cosas que están en la declaración, participé en la redacción de los borradores, en la definición de las metas de la Cumbre y la puesta en marcha de los planes de acción”. Luego reflexiona que reducir los problemas de la infancia a una cuestión de derechos es reducir a un aspecto de restitución judicial algo que debería ser políticas públicas de Estado.
Sus palabras están marcadas por la intención de desenmascarar la manipulación de la infancia desde el poder de los adultos, porque son los únicos que no tienen poder para nada. Ni para decidir por ellos o pedir por sus necesidades. Esa dominación, donde insistentemente identifica a la industria del entretenimiento como herramienta de disciplinamiento, domestica a quienes representan el origen del hombre, lo nuevo como sociedad. El principio, dejar de pensar el los fines.

-¿Por qué propone volver la atención sobre la infancia?
-La filosofía y la cultura moderna han descuidado la idea del origen. Han puesto mucho más énfasis en la idea del fin, de la muerte como la más fuerte y definitiva de la cultura y la historia de la humanidad. Ha habido un inevitable descuido de la idea del inicio, del origen y de lo que significa. La infancia representa la posibilidad del inicio y el origen de la vida.
-¿Recuperar la atención sobre la infancia para devolver énfasis en el comienzo de algo nuevo?

-
Infancia significa literalmente que no habla. Desde el punto de vista filosófico es estar fuera del lenguaje, es pensar el mundo de la experiencia. La experiencia es lo que no está dicho todavía. La libertad esencialmente remite a lo que no está contado. En ese sentido, la infancia significa la posibilidad del retorno de la experiencia y retomar la sustancia en la libertad de los humanos.
-
¿Pensar en la infancia es pensar que tenemos la libertad de empezar de nuevo para cambiar las cosas?
-
Estoy hablando de otro comienzo. Si no hubiese otro comienzo querría decir que el chico en vez de comenzar, sería comenzado por otros, como habitualmente ocurre. La infancia debe ser lo discontinuo. Como es en este inicio donde está la generación de la vida y la posibilidad de libertad, la infancia representa la posibilidad de autonomía.
-
¿Qué significa que los chicos no comienzan, sino que son comenzados? ¿Es que la infancia no nace libre?
-
La escuela, la familia y los mecanismos de la cultura siempre fueron pensados como los mecanismos disciplinarios. El tutor es una metáfora fuerte de cómo pensamos a la infancia: el árbol se puede caer y tiene que tener un tutor, un palo más fuerte y hay que ir atándolo a él para sostenerlo y corregirlo. También pensamos los niños como las hojas de un árbol, unidas a las ramas, al tronco y todo sostenido por la raíz, que es un origen. Lo que predomina es la idea de la transmisión. La infancia tiene como misión fundamental tomar el pasado, asumirlo como presente y transportarlo hacia delante.
-
No son libres porque los pensamos como plastilina para moldear.
-
La posibilidad de replantear y liberarse de la negatividad del mundo está en plantear un proceso discontinuo. La potencia generativa de la infancia tiene que tener capacidad emancipatoria, una capacidad transformadora. En la infancia está lo incontaminado en términos absolutos. Representa esa discontinuidad que es el quiebre con la teoría de la transmisión y por lo tanto la autonomía. No es una autonomía pensada psicoanalíticamente. No digo que el niño puede hacer todo lo que se le da la gana. Se trata de una autonomía que reconozca la autoridad: no un niño como un yo absoluto sino un niño como alguien distinto, oprimido y que está sufriendo.
-
¿Puede darme más ejemplos de la idea de discontinuidad como forma de libertad para la infancia?
-
Esta idea la puede tomar del parto: es un proceso de alta discontinuidad donde hay un cordón que se corta. Ese quiebre debe ser leído de una manera distinta: no como el niño de mi propiedad. Usamos un posesivo infinito: mi hijo, mi alumno. Pensamos al niño como patrimonio. Lo vemos como la inocencia, el amor, algo que tiene que ser cuidado, protegido. Ahí está implícita una teoría de dominación y una cultura adulto céntrica que es la que crea los problemas y no la que los resuelve. Pero los niños están afuera de ese orden, son el mundo de lo no adulto, los que pueden transportar la posibilidad de la liberación.
-
¿Cómo se manifiesta en las políticas esta ideología de la compasión? - Pensamos al niño como pobre, desnutrido, desprotegido, africanizado. Decimos que hay que protegerlo, ayudarlo. Esa visión se revierte cuando el niño se sale del molde y entra en conflicto con la ley. La respuesta son las instituciones del encierro, la baja de la edad de imputabilidad. Los medios representan las dos caras del niño: aparece el niño victimizado como la niña violada o el niño golpeado; y del otro lado aparecen las estadísticas del horror, de la participación de niños y jóvenes en delitos, de que cada vez son más chicos.
-¿Presentar a los niños como inocentes o desviados es la que justifica la ideología del control?

-Por eso hay que correr el eje de la discusión hacia la capacidad generativa para plantear cosas nuevas que tienen las vidas desde el inicio. Hay que preguntarse por qué hay niños que entran en conflicto con la ley. ¿Quiénes son los responsables? No viene en los códigos genéticos, sino un adulto le enseñó la ley, qué era bueno y qué era malo. La verdad es que hoy día la mayoría de los niños y adolescentes son buenos pibes. Se ha instalado una imagen de los niños con el paco, los niños de la calle, los niños molestos, pero aun con la insuficiencia que tenemos en la escuela, en la salud, la mayoría de los pibes son buenos. Mire, si se han aguantado la escuela, se han levantado en las peores condiciones de vida, han soportado la industria del entretenimiento y la televisión. Los pibes se aguantan todo. La culpabilidad de los niños son fallas de los adultos.

-Existe una relación entre derechos vulnerados y causas de la violencia. ¿Se puede pensar en respetar la Convención de los Derechos del Niño como una forma de prevenir la violencia?

-Las personas que estábamos involucrados en la redacción de la Convención creímos que había llegado la era de los derechos y que había que poner a la infancia necesitada como sujeto de derecho como una forma de ayudar. La infancia necesitada era el objeto de tratamiento de los programas disciplinarios o de la compasión. De ahí, gran parte surge la idea de la convención desde el punto de vista de la restauración de la subjetividad de los niños.

-Es decir que como sujeto de derecho el niño iba a tener otro tipo de trato, respetándole sus derechos a educación, salud, alimentación, identidad…

-Bueno, lo que pasó es que la Convención es un instrumento muy debilitado porque los derechos que ahí surgen son los derechos individuales, donde el niño queda segregado al cumplimiento. En realidad, los derechos de los niños son los derechos de los padres. Los niños tienen una autonomía relativa en el contexto de la familia. Esto no quiere decir que al plantear una infancia distinta estoy contra la familia, sí contra algunas formas de construcción de la familia. Pero la familia donde el chico tiene la posibilidad de desarrollo de su autonomía es valiosa.

-La ley y la trampa...

-El orden jurídico tiene una fragilidad constitutiva que deviene del hecho que el soberano siempre se coloca por fuera. Ahí surgen las teorías del estado de excepción, donde todo parece que está en la ley y no está. Todo puede ser parte de la ley, pero al borde uno puede ser dejado en manos de la policía. En el caso de la infancia esto es más que evidente porque la infancia no tiene capacidad de auto expresarse y auto defenderse. El niño entra en el poder discrecional de los adultos, ya sean jueces, sacerdotes, o una señora que dirige una ONG.
La verdad es que estos derechos, esta forma de expresión de los derechos individuales que tienen un origen liberal y pensados como derechos negativos, no son un instrumento adecuado a no ser que sean puestos en el contexto de una lucha política. Creo que esta visión de los derechos, un sujeto de derechos, es muy ingenuo que el derecho pueda ser demandado en el caso de los chicos. Va a ser demandado en el caso individual, pero no en la infancia como categoría social. Es más un problema de lucha política y que son generalmente conquistados como reivindicación y lucha y no porque se otorguen.
- ¿Los niños deben reinvindicar sus derechos para que sean efectivos?
-
No los adultos. Las luchas políticas tienen que devenir fundamentalmente por la infancia. Por eso digo que la infancia se define en relación con el mundo de los adultos. La infancia tiene una debilidad de no ser representada, tiene que tener alguien que la represente.
-
¿Y quién se hace cargo?
-
El ámbito para esa lucha es el Estado, porque el Estado puede asumir determinados intereses que son individuales. Pero el espacio en si mismo es un espacio de lucha. Por esta razón la infancia no puede quedar en manos de la familia privatizada en las ONG. La infancia como categoría social es una responsabilidad pública del Estado. El ámbito del Estado es el ámbito donde esas luchas deben ser realizadas y donde los derechos deben ser garantizados y no en la Justicia. La Justicia tiene una posibilidad muy soberbia respecto a la infancia.
-¿Cómo empezar a recrear la infancia desde el Estado?

-Por ejemplo, hay que discutir la escuela pública. No necesitamos una escuela donde la exclusión sea una exclusión de relación de trabajo, como si la escuela fuera motivo de relaciones de laborales. Lo que está explícito en la escuela es extremadamente fuerte como para quedar supeditado a una discusión sobre el salario básico de los maestros, las vacaciones, la antigüedad. Esto es insustancial frente a otros problemas. No quiero decir que esas demandas sean justas, pero en más de 50 días de huelga en Santa Cruz el ajuste cae sobre los niños. Y por otro lado, esta misma gente hace la Marcha Federal de CETERA, llevan a los niños a la Plaza de Mayo… Cinismo.

-Pero la infancia debe ser vocera de sus demandas…

-Yo no creo en los simulacros, esta cosa de llevar a los niños al Parlamento y ponerlos ahí a hablar.

-¿Y en la discusión de políticas sociales?

-Yo creo que los niños se van desarrollando en etapas. Hay momento en que tienen estatus consultivo y hay etapas en que tiene más capacidades para participar. Hay el desarrollo de una subjetividad, Mientras esta subjetividad no está capturada por los medios de comunicación el chico se desarrolle en autonomía.

-Volviendo al principio, lograr una infancia autónoma y libre es la opción para una nueva sociedad.

-Si uno se propone superar la negatividad del mundo y ponerse a pensar en construir una sociedad nueva, entonces la opción está en la infancia. La infancia es el único agente social que puede transportar la idea de cambio. Recrear la infancia es nuestra única posibilidad de cambio. Es el único sector que no tiene ninguna clase de poder. El niño no tiene idea del chantaje, de la negociación, de fuerza en la relación social… Está en pura disponibilidad para desarrollar sus potencialidades. Son el inicio de un cambio conceptual y camino para iniciar una discusión nueva.


El hombre y el texto
Eduardo Bustelo fue director de UNICEF (el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia), investigó, publicó y participó en la redacción de la Convención de los Derechos del Niño, y en otros documentos internacionales que por fin le dieron a los pibes la condición de personas (“sujetos de derecho”). Fue subsecretario de Desarrollo Social de la Nación. Ha sido consultor de organismos internacionales como CEPAL y PNUD, y de varios gobiernos en América Latina en los procesos de diseño, reforma y modernización de los sectores sociales y en programas relacionados con la protección de niños, niñas y adolescentes.
En lo académico ha sido profesor en universidades argentinas y extranjeras.
Es autor de más de artículos y varios libros, entre ellos: “Política vs. Técnica no Planejamiento” (1982), “Social Impact Assemment and Monitoring” (1988), “Todos entran, una propuesta para sociedades incluyentes” (1998), y “De otra manera” (2000). “El recreo de la Infancia. Argumentos para otro comienzo” (2007), fue publicado por Siglo XXI Editores.

sábado, 27 de agosto de 2005

ENTREVISTA: "Hay que retirar las armas" (en Guatemala)

Entrevista en el diario Prensa Libre de Guatemala, el 27 de agosto del 2005.


“Hay que retirar las armas”

Martín Appiolaza, ex director de Control de Armas de Argentina y coordinador para América Latina del Proyecto de Desarme, habla sobre el programa en Guatemala.

¿Cómo surge el proyecto de desarme en Guatemala?

Es por voluntad de la sociedad civil y por voluntad del Gobierno de Guatemala en su lucha por erradicar la violencia; ahora, debe haber un acompañamiento de organismos internacionales.

¿De qué manera se puede lograr el desarme?

No hay un remedio, debe haber una solución integral, en la que participen múltiples sectores de Gobierno, sociedad civil y organismos internacionales.

¿Cuánto afecta la violencia a Guatemala?

Es necesario empezar a sacar armas de la sociedad, porque la proliferación de éstas y la violencia le están cortando a Guatemala las posibilidades de ser un país más rico y mejor.

¿Y las pérdidas de oportunidades?

Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, la violencia le cuesta a América Latina el 12 por ciento de sus riquezas, y Centroamérica tiene niveles más altos de violencia.

Guatemala es la más violenta en la región, por lo que el porcentaje de pérdidas es mayor.

jueves, 14 de octubre de 2004

Entrevista a Laura Chinchilla: “Cuando hay participación de la gente, la policía Se vuelve más eficiente y mejora la seguridad"


Laura Chinchilla es ex Ministra de Seguridad, ex Diputada, ex Vicepresidenta y actual Presidenta de Costa Rica. Esta Entrevista fue realizada en 2005.

Por Martín Appiolaza, publicado en Revista Ideele, Perú

Las reformas en seguridad en América Latina buscan la capacitación  policial, la defensa de los derechos y garantías, la prevención de la  violencia y la participación ciudadana, explica.  Parece una enumeración de los ejes de las reformas implementadas en el Perú.




Laura Chinchilla Miranda tiene una maestría en Políticas Públicas de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos. Fue viceministro y ministro  de Seguridad Pública en Costa Rica, y miembro de comisiones especiales  sobre inteligencia, drogas y derechos humanos. Hoy es diputada Nacional. Desde 1990 trabaja como consultora en América Latina y África con  Naciones Unidas y agencias de cooperación internacional en el área de la  reforma institucional, con especial énfasis en reforma judicial y  reforma de la seguridad pública. Además, es conferencista en diversos  foros internacionales en materia de seguridad pública y reforma policial. Tiene diversas publicaciones, tanto en español como en inglés –  libros, monografías y artículos- sobre temas relativos a la administración de justicia, la seguridad ciudadana y la reforma policial. Los más recientes son: “Seguridad Ciudadana en Centroamérica”  y “Seguridad Ciudadana en América Latina” (Siglo XXI, México 2002).

Costa Rica es el país más desarrollado y seguro de Centroamérica, con  una gran tradición institucional en materia de justicia y seguridad  (suele ser modelo de algunas de nuestras legislaciones). Abolió sus  ejércitos y destinó los recursos al desarrollo. La tasa de homicidios  también es la más baja. Como en el Perú (y toda América Latina), la  violencia delictiva comenzó a incrementarse a fines de los ‘80. Para  revertirlo, impulsaron
una serie de reformas que buscaron profesionalizar a las fuerzas policiales, generar una integración con la comunidad y mejores mecanismos de control. Como ministra de Seguridad de Costa Rica, Laura Chinchilla impulsó estos cambios. Su designación incomodó a varios: un ministro mujer, politóloga y joven (tenía algo más de 30 años), no era la figura tradicional de la fuerza pública. Aprovechándose de su experiencia académica y en el diseño de reformas de seguridad en América Latina y África, puso en marcha transformaciones  muy parecidas a las reformas en el sistema de seguridad pública impulsadas desde el Ministerio del Interior. Hoy es diputada (trabajo  que alterna con la investigación y publicación de ensayos), es uno de  los políticos mejor considerados, y para algunos analistas es la próxima vicepresidente de Costa Rica.
Chinchilla ha investigado y evaluado las reformas en seguridad y justicia en América Latina (precisamente este es el título de su último libro, que se consigue en las librerías argentinas). Desde la experiencia, afirma: “La sociedad civil no debe conformarse solamente  con denunciar, sino que también estamos viviendo momentos en que la  gente
debe involucrarse más en el trabajo y las tareas policiales.  Controlar, denunciar, garantizar que avancen las denuncias, que se  depure todo el trabajo policial, pero también hay que darle la mano a la  policía”. Para ella, es fundamental una sociedad civil activa y contar  con policías abiertas a la gente.

- ¿Qué cambios se buscan en los sistemas de seguridad pública para  hacerlos más eficientes?
- En los últimos 15 años se han hecho reformas importantes en el ámbito policial, en la justicia penal y en todo lo que es el papel de los gobiernos locales y de la comunidad. Lo primero que se ha hecho desmilitarizar a las policías, para que se ocupen de la delincuencia
común y no de la violencia social y política. En todo el mundo se buscan policías más civiles, orientadas a al servicio a la comunidad, abiertas, dispuestas a rendir cuentas. Esto mejora los niveles de eficiencia, porque es mucho más eficiente para combatir el delito una policía  abierta que una policía cerrada. Cuando hay participación de la gente,  la policía
se vuelve más eficiente y mejora la seguridad.

- ¿Cómo se logra este cambio?
- Primero, capacitando y profesionalizando a las policías. En América  Latina se está cambiando la formación de los policías. En los países del Cono Sur, ha sido especialmente importante formar a los policías en la  defensa de los derechos humanos. La policía debe ser eficiente, pero al mismo tiempo respetuosa de las garantías legales. Por ejemplo en
Colombia y México, han tenido problemas de corrupción policial y optaron por mejorar el control interno de los cuerpos de policías. En términos generales podemos decir que América Latina ha tenido reformas importantes en lo que es reforma policial.

- ¿Qué es más conveniente, jefes uniformados o jefes civiles de las policías?
No es lo importante. Si no haya militares a cargo de la seguridad pública, entonces está en manos de los civiles. Los policías son civiles. Si su jefe es un policía que viene de la estructura policial,  es más fácil la integración. Las policías siguen siendo cuerpos demasiado cerrados y conservan su subcultura de valores. Entonces,  cuando hay un mando que no considera suyo tiende a haber distorsión en  la comunicación. El tema de la jerarquía en la policía es importante.

- ¿No cree que con jefes que no son de la estructura policial se garantiza más apertura y relación con la sociedad?
- Por eso, no es importante quién tiene el puesto de jefe. Lo importante son los mecanismos de control que cada sociedad diseña sobre sus cuerpos de policía. Aquí tenemos en América Latina un gran déficit. Podemos  decir que han existido avances. Desde dentro de las policías, algunas ya  han creado sus oficinas de asuntos internos. Desde fuera, las defensorías de los habitantes u ombusman, han analizado que está pasando  con las policías. En otros países tenemos comisiones integradas por  parlamentarios como mecanismo de control externo y también tenemos el control jurisdiccional que hace la Justicia.

- ¿Esto mejora la integración con la sociedad?
- No es suficientes. Es interesante crear a través de los ministerios  del Interior o Seguridad, comisiones de ciudadanos ad-hoc para dar  seguimiento a las denuncias. Esta es una forma de relacionar la sociedad civil con la policía. Porque la sociedad civil no debe confirmarse
solamente con denunciar, sino que también estamos viviendo momentos en que la gente debe involucrarse más en el trabajo y las tareas policiales. Controlar, denunciar, garantizar que avancen las denuncias, que se depure todo el trabajo policial, pero también hay que darle la mano a la policía. Es necesario el intercambio de ideas e información a través de comisiones o foros de seguridad, que deben ayudar a que la policía conozca los problemas de la comunidad. Hay bueno ejemplos de estas formas de integración y cooperación.

- ¿La solución está sólo en las policías?
No, es un problema integral. Las policías son sólo una parte del problema de la seguridad. Para encontrar respuestas hay que buscar las causas. Existen estudios que sientan premisas válidas para entender por qué en América Latina en los últimos años se ha dado un crecimiento de  la violencia común. Hay causas de naturaleza social, algunas vinculadas  a la forma en que las comunidades se organizan y se relacionan. También  disfuncionalidades en la forma en que algunas instituciones públicas operan. No hay una respuesta única, pero creo que la respuesta a la violencia debe venir desde distintos sectores: gubernamentales y de la sociedad civil.

- ¿Cómo?
- Hay que apostar en materia de prevención. Tenemos que revisar qué estamos haciendo con la juventud de nuestros países, hay altas tasa de expulsión, pero tampoco se dan alternativas ocupacionales, o de un entretenimiento joven. Ahí tenemos una respuesta desde la educación, el mercado de trabajo. También hay relación entre violencia, alcohol y drogas, entonces tenemos que prevenir el consumo. También influye el  modo en que estamos llevando el desarrollo urbano. Hay que restringir el acceso a las armas, porque hay una relación directa entre tasas de homicidios y homicidios por armas. Contra menos armas, menos muertos.

-¿Sólo prevención?
- No, no tenemos que ser ingenuos. También hay que castigar. Tenemos que reconocer que la facultad punitiva tiene problemas. Hay países como El Salvador o Guatemala donde el porcentaje de homicidios esclarecidos es menor del 10 por ciento. En una sociedad donde no importa a quién maten, nunca se va a saber quién lo hizo, la gente seguirá matando de manera impune. Hay que prevenir y castigar al mismo tiempo. Pero a la hora de castigar, no podemos volver a los esquemas del pasado con policías militarizadas. Hay que sujetar el funcionamiento de las policías al  debido proceso  y garantías estipuladas por los códigos.

- La Justicia es importante a la hora de prevenir la impunidad…
- Todos los países de América Latina han avanzado en reformas de la Justicia penal. Han ido hacia un modelo mixto que permite menos formalismos en los procesos y en consecuencia ha tendido a bajar la mora  judicial. Esto reduce la impunidad. Ha sido muy importante que en muchos países se apruebe legislación más drástica contra la violencia
doméstica. Respecto a la delincuencia juvenil, existe todavía un debate  y mucha confusión. América Latina es ambivalente, no se decide entre  montarse sobre la Convención Interamericana de los Derechos de la Niñez  y apostar más a lo que serían medidas que prevengan la violencia en la niñez y la juventud. O si lo que quiere es más castigo y llevar a los niños al modelo de los adultos con penas muy drásticas.

- ¿Qué pasa con las cárceles? Allí van a parar todos aquellos que una mala prevención no pudo contener a tiempo.
- Una cosa es castigar sobre la base de una investigación debidamente documentada y otra es encerrar para tratar de evitar el problema, que es lo que se está haciendo en América Latina. Cuando tenemos legislaciones que facultan a las policías a hacer arrestos masivos, el resultado son cárceles cada vez más atiborradas de gente que ni siquiera han sido condenadas. A muchos ni siquiera se les inicia el proceso. El problema  es que las reformas en el sector judicial no han llegado al eslabón  final que son los sistemas penitenciarios. Seguimos teniendo un porcentaje de presos sin sentencia (en algunos lugares de América Latina llega al 80%), no hay inversión en infraestructura carcelaria, no hay veedurías para asegurar que los presos sean trabado bajos las normas humanitarias establecidas por Naciones Unidas. Esto tarde o temprano revienta en violencia en establecimientos penales.

- ¿Después de las reformas policiales, son necesarias reformas penitenciarias?
- Hay una falta de control sobre el personal penitenciario. Estudios  revelan que se comenten enormes violaciones a los derechos humanos de parte del personal penitenciario cuando no hay una debida supervisión, o  se vuelven cómplices de las redes de corrupción y crimen organizado que existen dentro de las cárceles.

- ¿Qué opina de que los comisarios sean puestos elegidos por la propia comunidad?
- Tiene sus pros y sus contras. Hay que verlo en el marco de una serie  de tradiciones. La policía es la institución que está más cerca de la  gente. La policía de cada país refleja lo que es cada país. La forma en  que se organiza una policía tiene que ver con mucho con los valores del  país, con la idiosincrasia de la gente. Dentro de un modelo de una  policía al servicio de la comunidad, que está donde el ciudadano la  necesita, porque la policía está para resolver los problemas de los  ciudadanos preferentemente de manera preventiva, la elección de policías  llevaría a que se aboquen más al ciudadano que debe votar para elegirlos. El peligro es que los poderes fácticos son muy fuertes y no  tenemos comunidades con criterios de autonomía, de bien común. Inciden poderes fácticos del pueblo, de a comarca, que muchas veces tiene que  ver con intereses no tan sanos. Entonces, un sistema electivo podría prestarse a una manipulación para poner personal policial que pueda favorecer esos intereses. De hacerse, habría que pensar cuáles será los mecanismos para evitar el abuso o el desvío de las instituciones.

domingo, 11 de octubre de 1998

Entrevista a Raúl Alfonsín: “Estamos produciendo un cambio cultural en la política argentina”

Por Martín Appiolaza, publicada en Diario Los Andes, 11 de octubre de 1998



- ¿Existió realmente en 1983 un pacto militar-sindical, como usted denunció durante la campaña electoral?
- Estaba absolutamente convencido de que estaban en conversaciones, no le quepa ninguna duda.
- En la Semana Santa de 1985, cuando usted disolvió la multitud que repudiaba el levantamiento militar, ¿la casa estaba en orden?
- Las mujeres casadas mantienen la casa en orden, pero se pueden enfermar. En ese momento, fíjese que no sabía cómo me iba a ir en Campo de Mayo. Vine con la rendición de la gente. Qué le parece sí estaba en orden. Todos estábamos sumamente preocupados. Yo quería dar muy claramente la sensación de que la gente tenía que irse de manera ordenada.
- A los pocos meses se aprobó la ley de punto final y un año después la de obediencia debida. ¿No se las negoció durante el levantamiento carapintada?
- ¡Para na-da. Pregúntele a los propios protagonistas! La ley de punto final fue una mala ley, porque lo que se quería era que los jueces actuaran. Lo que pensaba era que no procesaban a quienes eran acusados de violaciones de los derechos humanos. Pero tuvo el resultado exactamente inverso. Se procesó a todos los que aparecían como imputados. Los organismos de derechos humanos criticaron la aplicación que se hizo. Luego, llegó la obediencia debida… Bueno, pero a pesar de ello no hay país en el mundo que haya hecho todo lo que nosotros hicimos en materia de derechos humanos. Uno de nuestros mayores objetivos era fortalecer la democracia.
- Por las conductas de su gobierno, parece que perder la democracia los atemorizaba.
- Sabíamos que en la medida que avanzáramos en materia de derechos humanos, estaríamos debilitando la consolidación de la democracia. Por eso yo lo veía constantemente al tema. Además cargábamos con el problema de la deuda externa. Fíjese cuál es la situación de Rusia ahora, así recibí el país, en cesación de pagos. Por esta preocupación es que abandoné la presidencia cuando me lo pidieron. Todos los partidos que integraron el Frejuli me reclamaron la entrega inmediata del poder, comenzando por el Partido Justicialista y la CGT. Incluso grupos de la ultra derecha estaban organizando la toma de supermercados en Buenos Aires y Santa Fe.
- Se publicó que había un acuerdo entre esos grupos y el entonces presidente electo.
- Eso no lo puedo decir.
- ¿Existió un golpe de Estado económico?
- Puede ponerle el nombre que quiera; hay muchas formas de expresar la realidad. Las corridas hacia el dólar se producían por los consejos que daban todos los bancos en general y, además, el propio Cavallo fue a decirle a los bancos que no nos dieran facilidades.
- ¿Por qué no lo denunció? ¿Quiénes fueron?
- Lo denunciamos. Fueron todos. Cualquier gerente de finanzas de una empresa importante que no aconsejaba un cambio de portafolios, era despedido. Tuvo mucho que ver con la crisis el copamiento de La Tablada. Y, como si fuera poco, Estados Unidos no nos apoyaba para nada, al contrario.
- ¿Hubo un gran cambio en la actitud de la gente desde que asumió hasta que se fue?
- Sí, sí, pero la gente me aprecia. No digo que me vote.
- ¿Lo han perdonado?
- Pienso que sí.
- ¿Qué le tienen que perdonar?
- En esto juega la piadosa ley de las comparaciones.
- ¿Qué lugar le guarda la historia?
- No lo voy a decir yo. A la hora de los balances los esfuerzos serán evidentes.

La Alianza y el fin del menemismo
Mientras Fernando de la Rúa repite que de la interna con Graciela Fernández Meijide surgirán los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la Alianza, Raúl Alfonsín le dijo a Los ANDES que no le disgutaría que la dirigente frepasista aspirara a gobernar Buenos Aires.
El ex presidente miembro de la máxima conducción de la alianza opositora, dio así a entender que está de acuerdo con que Fernández Meijide dispute la gobernación de Buenos Aires, si pierde la interna del 29 de noviembre. Coincide con Chacho Álvarez cuando, en declaraciones a este diario, había dicho que Alfonsín compartía su propuesta.
El caudillo radical recordó los buenos y malos momentos de su gobierno, la crisis que lo obligó a abandonar antes de tiempo el sillón de Rivadavia, y consideró que los argentinos le han perdonado los errores de su gestión.
En el medio de un comedor sobrio, con paredes forradas con diplomas, títulos y distinciones, Alfonsín se ve activo y no elude responder sobre la relación entre el levantamiento militar de Semana Santa y las leyes que beneficiaron a los militares juzgados a mediados de la década pasada, por violaciones a los derechos humanos.
Admite que el temor a perder la democracia condicionó muchos de sus actos de gobierno, y no evita criticar la falta de respeto a las instituciones durante los gobiernos de Carlos Menem: “Estamos sufriendo una regresión desde la democracia a la república. La república fue un avance muy importante que vivió la humanidad, para preservar la libertad frente al poder absoluto. Así surgieron los controles republicanos. Después hubo un salto hacia la democracia, dándole a la gente las libertades positivas y los derechos. Eso se está perdiendo”.
-¿Cómo cambiarlo?
- Empezando con una gran coalición nacional que es lo que pretendemos hacer con al Alianza. Tendrá que tener la fuerza suficiente como para poder ser más fuerte que los que le hacen mal a la república.
- ¿Sigue sosteniendo aquella idea del tercer movimiento histórico?
- Mire, ya en el discurso de Parque Norte, llamé a la coincidencia a todos los sectores. Pero la idea del tercer movimiento histórico, la dejé de usar porque se le dio una connotación movimientista y no de partido.
- ¿La alianza no tiene un componente movimientista?
- Es una alianza de partidos.
-¿El radicalismo y el Frepaso podrían llegar a fundirse?
- Pienso que no. Cada partido mantendrá su individualidad pero en el marco de lo que podrá ser para adelante una confederación de partidos.
- ¿Cómo debería ser la convivencia?
- Tipo gobierno de coalición.
- ¿Qué modelo de coalición?
- El estilo chileno o italiano. La diferencia entre uno y otro es que en Italia tienen un sistema parlamentario.
- ¿Insiste con un gobierno semi presidencialista?
- Por supuesto. Y creo que es posible implementarlo. No quiero adelantarme, no está en mí decidirlo, ni lo hemos discutido. No sería de poca importancia que el jefe de gabinete jugara más como primer ministro, como lo permite la Constitución. Es una institución que hemos pensado para tiempos de crisis, puede realmente servir para todo momento. Aunque vamos a vivir tiempos difíciles.
- ¿Cuál es su pronóstico?
- El año que viene no vamos a tener crecimiento, habrá aumento de la desocupación, mayores problemas en la cuenta corriente. Además, vamos a llegar el 10 de diciembre con los cultivos de la cosecha fina hechos y a la baja, los planes para la cosecha gruesa también, y los planes de los industriales ya van a estar hechos…
- La CGT estará fortalecida…
- yo creo en la necesidad de que haya un sindicalismo fuerte pero democrático. Además, no está el tiempo ni el ánimo de los argentinos para una oposición destructiva. No creo que haya tantos paros generales como en mi gobierno. Descontento social hay siempre, sobre todo en situaciones como en la que vivimos con tanta desocupación y pérdida del salario real. Vamos a tener que cargar con todo esto porque no vamos a solucionar los problemas de la noche a la mañana. Sí, tenemos que demostrar que cambiamos el rumbo de un día para el otro. Entonces, el que más tenga, será el que más esfuerzo haga para la solución de los problemas.
-Esta presión sobre los sectores que más tienen ¿genera nuevos frentes?
- Sí, pero no todos estarán en contra. Vamos a tener el apoyo de la pequeña y mediana empresa, además de algunas grandes empresas. Las que tengan un sentido nacional y piensen en la necesidad de invertir en serio en la Argentina y quedarse va a sumarse al esfuerzo.
- Con tanto optimismo, ¿la Alianza tendría que prepararse nuevamente?
- Mire, creo que sí. Estamos produciendo una especie de cambio cultural en la política Argentina. No recuerdo, y eso que llevo muchos años en esto, que se haya dado con más de un año de anticipación un documento con los objetivos generales. Primero está la plataforma y después los proyectos de leyes necesarios para el desembarco.
- ¿Cómo aprovechar el sacar mayor provecho en la distribución de las candidaturas? ¿Está de acuerdo con que en la interna se defina sólo al candidato a presidente y los otros cargos se negocien?
- Más bien tiene que haber criterios. Tenemos que concretar un gobierno de una alianza, que va a ser de coalición. En el gabinete, no debe haber un reparto de cargos como se dice vulgarmente, sino tiene que estar compartido.
- ¿Consensuando con anticipación?
- Y… si es posible. Para evitar cualquier discusión estéril.
- ¿Cuándo se conocerá esa distribución de cargos?
- Todavía faltan algunos días, me parece. Yo no estoy en la discusión de la ingeniería de la alianza, ni he querido estar. No sé cómo van las conversaciones de último momento. Lo que sí le puedo decir es que se está en conversaciones.
-¿Qué opina de Fernández Meijide candidata a la gobernación de Buenos Aires?
- Si usted le pregunta, ella le va a decir que quiere se presidenta, pero yo la imagino gobernadora.
- ¿Cómo interpreta el avance de la social democracia Europea?
Es muy importante, ganó en 11 de 13 países. La Unión Cívica Radical está adherida a la Internacional Socialista y a la socialdemocracia; además, estamos ahora en una alianza de centro izquierda.
- Pero Duhalde los corre por izquierda…
- Eso es oportunismo. Duhalde y Cavallo son la centro-derecha.
- ¿El modelo está agotado?
- Los dos decimos que el modelo está agotado. Duhalde dice que se agotó porque fue exitoso y la Alianza, porque fue un desastre. Lo que no hay que hcer es confundir los instrumentos: para hablar del modelo es demasiado presuntuoso. Nosotros seguimos sosteniendo el modelo porque no vamos a cambiar la convertibilidad. Sabemos perfectamente que hay cosas irreversibles: el 70% de las personas y empresas tienen créditos y una devaluación podría significar una catástrofe. Las privatizaciones también son irreversibles. Nuestra idea es distinta, porque no queremos construir un Estado desertor sino un Estado que procure concretar como utopía básica fundamental la libertad y la igualdad al mismo tiempo.
- ¿La Alianza no teme quedar a la derecha?
- Las posiciones establecidas en la Carta a los Argentinos son progresistas. Creemos en establecer una sociedad de progreso en el marco de la construcción de una república democrática moderna. La gobernabilidad estará vinculada al tránsito por un sendero angosto, evitando caerse para un lado. En el costado de la derecha estarán los intereses de los sectores más poderosos, pero la Alianza sabe que hay restricciones, deuda externa, globalización, cuenta corriente y balance de pagos. No queremos actuar con voluntarismo y caernos al abismo por la izquierda. Pero queremos estar en ese costado por el centro pero inclinados hacia la izquierda. Para lograrlo se necesita mucho más que un partido en el gobierno, sino una coalición que consiga el consenso mayoritario y sea más fuerte que los otros intereses.

domingo, 14 de junio de 1998

La masacre de Ezeiza según sus protagonistas

Por Martín Appiolaza, Diario Los Andes, 14 de junio de 1998

En los momentos previos al regreso de Perón a la Argentina en 1973, después de 18 años de exilio, un grupo de dirigentes justicialistas vinculados con los sectores gremiales ortodoxos abrió fuego sobre una columna de militantes de la izquierda peronista. Fue en el marco de una disputa por el poder, que anticipó años de recrudecimiento de la violencia política. Por muchos, es considerado un momento de inflexión en la historia del país. Protagonistas mendocinos de aquella jornada cuentan su experiencia y analizan su valor histórico.

El sábado se cumplirán 25 años de un acontecimiento clave en la accidentada vida política de la Argentina, bautizado como la masacre de Ezeiza. El encuentro armado entre sectores del peronismo ortodoxo y de la militancia que impulsaba cambios de tipo revolucionarios, puede ser entendido también como una disputa por el poder. Aquel 20 de junio de 1973, quedaron de manifiesto las diferencias internas abismales que dividían a los seguidores de Juan perón. Fue el prolegómeno de años en que la exacerbación de la violencia política derivó en la radicalización de grupos armados guerrilleros, parapoliciales y paramilitares.
El incidente se produjo en un predio de Ezeiza, Buenos Aires, donde se había preparado un acto multitudinario. Era para recibir a Perón después de 18 años de exilio. El flamante presidente del país era Héctor Cámpora, un hombre de confianza de Perón, que se había comprometido a llamar a elecciones apenas dejara de estar proscripto su jefe político. Perón era el poder y el acto en que lo recibían, el momento para disputarse los favores del líder y definir la tendencia de su gobierno.

Las partes
En el seno del movimiento peronista convivían grupos antagónicos que sólo compartían cierto nacionalismo, pero diferían en otras cuestiones de fondo. Llamaban derecha a los sectores vinculados con la burocracia sindical y a las agrupaciones de estudiantes ultranacionalistas. En la izquierda se nucleaban los que reclamaban cambios revolucionarios en nombre de un “socialismo nacional”, encabezados por Montoneros, la Juventud Peronista, la Juventud Trabajadora Peronista y muchísimos otros grupos.
El sector más ortodoxo fue el que manejó la organización del acto de seguridad alrededor del escenario. Estaban provistos de armas largas y apostados en lugares estratégicos. Cerca de las 2 de la tarde, le comenzaron a disparar a una columna de sectores de izquierda. Hugo más de 10 muertos, docenas de heridos y torturados. Los tiroteos se prolongaron por varios minutos, en los que se disparaban entre sí los distintos sectores enfrentados ideológicamente y también, del mismo grupo.
A la hora de rememorar aquella jornada trágica, los testimonios son coincidentes: se vivía un clima de euforia, los disparos sorprendieron a todos, los mejor armados eran los encargados de la organización del acto. Respecto a qué se disputaba, las teorías son dispares.

La memoria
Para analizar aquel tiroteo que acentuó la violencia política que ya sufría el país, reunimos a cinco mendocinos que estuvieron en Ezeiza aquel 20 de junio. Pertenecieron a los distintos sectores en pugna. Tantos años después, mantienen la terminología militarista que dominaba los discursos de la época y también el respeto casi reverencial al referirse a Perón.
Raúl Alberto Bartolomé, que hoy tiene 49 años, era entonces un afiliado al Partido Justicialista y miembro de la Policía de Mendoza. Llegó junto a una columna de la Concentración Nacional Universitaria que “abrevaba en la ultraderecha”. Recuerda que rumbo a Ezeiza, en el micro que los transportaba gritaban “ERP, FAR, Montoneros somos nuestros compañeros”, grupos con los que tenían indisimulables diferencias. “Me parecía mentira estar coreando esa consigna, pero la alegría era superior a cualquier enfrentamiento. Se vivía una efervescencia social”.
Luis Ocaña (52), en cambio, era un militante sindical. Según cuenta, en esa época “estaban naciendo todas las corrientes gremiales que se desprendían de la burocracia sindical férrea. Digo férrea porque nos ponían bombas a los que no estábamos con ellos”. Ocaña, que después participó en el Ejército Revolucionario del Pueblo, reitera que “Ezeiza era una enorme fiesta, con alegría y esperanza, murgas por todos lados. Al mismo tiempo, se puso de manifiesto un ensanchamiento de las organizaciones armadas que iban uniformadas”.
Por su parte, Walter Salinas (64), era un miembro de la Juventud Peronista y pertenecía a Montoneros. “Nosotros queríamos mostrarle al Viejo (Perón) el poder de organización y movilización que tenía el nuevo peronismo, que era hijo de la resistencia. Nosotros no teníamos un planteo de enfrentamiento armado, sino que había directivas claras de permitirle fierros (armas) sólo a los autorizados”. Aquél día, Salinas llevaba una pistola calibre 32. “Pero en un enfrentamiento, las armas cortas no son ofensivas, sirven para defenderse. En cambio, estaban armados los grupos que se apoderaron de los 400 metros alrededor del palco, que eran del comando de Osinde con gente de Brito Lima y de la Concentración Nacional Universitaria, de la Alianza Libertadora Nacionalista y mercenarios argelinos”.
Guillermo Murúa (56), recordando como miembro de la ortodoxa Juventud Sindical, asegura que “tenía una relación generalizada con todos los compañeros, Ezeiza para mí era una hermosa fiesta, pero en minutos nos dejaron desparramada la esperanza”. Había participado en la Resistencia Peronista desde 1957, desde los conventillos de la calle Juan B. Justo, donde tenía una radio clandestina. Para Murúa, ese 20 de junio sufrieron un desgarramiento. “De repente nos encontramos en medio de una batahola infernal, gente herida, compañeros que auxiliaban a los heridos, sirenas. Nuestra gran pena fue que la ilusión culminara en un enfrentamiento entre hermanos”.
Guillermo Martínez Agüero (52), era en 1973 uno de los máximos dirigentes de Montoneros en Cuyo. “Pertenecía a la estructura orgánica y a la conducción. Nosotros queríamos participar de lo que era el mayor acontecimiento latinoamericano, de la coronación de 18 años de resistencia. La síntesis era la consigna Perón Vuelve. Generacionalmente lo íbamos a ver por primera vez. Muchos buscaban el encuentro con las conquistas sociales que había sido la época de la felicidad del pueblo de la década peronista y otros íbamos a seguir buscando las transformaciones sociales revolucionarias”.

- ¿Ese fue el eje del conflicto?
- (Martínez Agüero) El ataque vino de la derecha, que no quería el encuentro de Perón con los militantes que buscaban la liberación nacional. Ellos querían que Perón, ya grande, no llevara adelante las transformaciones históricas que venían del año ’45. La intención era frustrar un proyecto de liberación. Atacaron la movilización, nosotros fuimos defensivamente. Nosotros volvimos con frustración y tristeza por los muertos y el desencuentro.
- ¿No esperaban un enfrentamiento?
- (Martínez Agüero) Pensábamos que podía darse en una movilización, con lucha de consignas. No pensábamos que iban a atacar.
- ¿Cuál fue su experiencia, Bartolomé?
- (Bartolomé) Yo estaba en ese momento a 30 metros del palco. Cuando comenzó el tiroteo, quedé entre dos fuegos. Desde el palco le disparaban a la gente que estaba en los árboles y en la escuela hogar, pero eran todos del mismo grupo. Yo me vio obligado a desenfundar la pistola, una 11,25 con dos cargadores, cuando me quedé entre los dos fuegos. El peligro para mí era la gente de los árboles.
- ¿Quién creía que disparaban desde los árboles?
- (Bartolomé) En ese momento pensé que eran comunistas.
- ¿Usted era anticomunista?
- (Bartolomé) Sí, si, era anticomunista.
- ¿Consideraban que Montoneros eran comunistas?
- (Bartolomé) No sé si los veían como comunistas, sino como una oposición a la que había que limpiar… En el momento del tiroteo, yo utilizaba el zoom de la filmadora para ubicar a la gente que estaba en los árboles para dispararles. No me quedaba otra, era una cuestión de vida o muerte. Quiero que quede claro que Montoneros no fue el que abrió fuego.
- (Ocaña) Es fuerte lo que nos dice pero es mucho más fuerte lo que hicieron. La gente de los árboles de la cual habla, eran francotiradores que estaban apuntando a lugares bien precisos, a miles de personas que querían un país nuevo. La frialdad con que fue calculada una balacera en medio de un millón de personas, habla a las claras de las intenciones de este tipo de gente que sigue existiendo y matando la esperanza. Había una enorme ingenuidad, cualquiera fuera el arma que llevaras. Se pretendía mostrarle a Perón el poder y sentarlo en el sillón presidencial. La ignorancia dentro de vastos sectores del peronismo no era tanta, sino que estaba todo perfectamente orquestado y planificado. Si no estaba bien planificado no se hubiera repetido la represión con la Alianza Anticomunista Argentina y el Proceso de Reorganización Nacional.
- Horacio Verbitsky en el libro “Ezeiza” narra cómo Bartolomé fue detenido y torturado ¿Nos puede resumir la anécdota?
- (Bartolomé) Cuando subí al escenario para buscar municiones, el comandante Menta de Gendarmería me pidió el arma. Como estaba acostumbrado a una formación militar, se la entregué sin ningún inconveniente. Me llevaron al hotel de Ezeiza y me torturaron con Ciro Ahumada dirigiéndolos. Cuando fui a hacer la denuncia, me enteré de que los muertos fueron muchos más de los que se dice hoy.
- Ocaña, ¿dónde estuvo en el momento del tiroteo?
- (Ocaña) Estaba cerca del escenario, cuando repentinamente empezaron los tiros, los gritos. La gente corría por encima, no se sabía de dónde disparaban. Pero no sólo fue un enfrentamiento entre sectores del peronismo, sino que excedió al movimiento, porque el Partido Comunista estaba allí. Creo que no fue un problema de sectores enfrentados, sino que hubo un grupo bien preparado y armado, entrenado para producir lo que produjo.
- (Salinas) Yo sostengo que hubo una masacre. Cuando hay enfrentamiento chocan dos fuerzas iguales, pero en Ezeiza tiraban de un lado y recibían del otro. Ese día hubo dos tipos de lucha: la política y la militar. La política la había perdido el sector sindical porque la presencia de las líneas de militancia combativa había superado sus banderas. Entonces, desataron la represión militar.
- (Bartolomé) Hay que poner algo en claro: no cualquiera es capaz de movilizar, organizar y conducir a un millón de personas pacíficamente, como sucedió ese día. Quedaba en claro que antes de un poder de convocatoria había un poder de organización, que en determinados casos puede ser un problema. Así lo entendió la gente de Osinde y abrió fuego.
- Murúa, ¿cuál fue su experiencia?
- (Murúa) Cuando comenzó el tiroteo, hubo un desbande con gente que corría, que se arrastraba, otros que no se querían mover. Cuando vimos que había compañeros heridos por las balas, los desplazamos a espacios más seguros. Los que auxiliamos fuimos muchos, es que no todos disparaban o daban garrotazos.
- (Martínez Agüero) No hay que reducir el tema a anécdotas. Yo creo que la violencia es consecuencia de una problemática profunda. Había un problema de proyectos de poder. Había sectores que no querían que llegara al palco la columna sur que venía desde La Plata. La emboscaron. Nosotros, que estábamos con la conducción de montoneros, no disparamos un solo tiro, todo vino del sector provocador.
- ¿Qué pudo ver?
- (Martínez Agüero) Fue un ataque frontal con armas largas, con escopetas de calibre 12, Itakas o Batán, vinieron del grupo de la derecha y del sector conducido ideológicamente por López Rega y comandados por Osinde y Brito Lima.
- ¿Cómo creen que repercutió Ezeiza en el futuro político de la Argentina?
- (Martínez Agüero) Ezeiza generó un macartismo: comenzó la caza de brujas y la búsqueda de zurdos. Fue la antesala de la gran represión que se agudizó con el golpe de 1976.
- ¿Comenzó con Perón como presidente?
- (Martínez Agüero) No es que comience con Perón como responsable, sino que hubo una gran lucha por el poder por debajo del presidente.
- ¿Le quedan dudas respecto a la proximidad ideológica de Perón con los sectores más ortodoxos?
- (Martínez Agüero) Creo que Perón está en el centro de gravedad de su movimiento, donde había un sector transformador que quizá quería ir más rápido de lo que permitía la situación, y otro retardatario que estaba contra nosotros. Yo no quier conciliar, no me interesa, quiero decir lo que pienso y he vivido. Yo fui encarcelado en el año 1974, en pleno gobierno de Isabel Perón y Antonio Cafiero en Mendoza. Entonces, creo que ese 20 de junio anticipó la represión contra la movilización popular.
- (Bartolomé) Una pregunta Martínez Agüero: cuando Perón trató a los montoneros de imberbes y estúpidos en Plaza de Mayo, ¿no muestra una toma de posición?
- (Martínez Agüero) Lo dijo muy en caliente, pero lo más triste fue que ese primero de mayo estaba junto a López Rega.
- Era una antigua relación. ¿Qué les hacía pensar que se podía inclinar por Montoneros?
- (Martínez Agüero) Perón nos trató de “juventud maravillosa” y dijo en un momento que con 20 años menos hubiera puesto bombas con nosotros. También decía que la violencia de arriba generaba la violencia de abajo y justificó nuestra lucha.
- A 25 años, ¿no le parece ingenua aquella idea de hacer cambiar la postura histórica de Perón con una movilización masiva?
- (Martínez Agüero) Yo creo que la postura histórica de Perón era la tercera posición.
- (Bartolomé) Es evidente que la postura de Perón no era la de los montoneros, por más que se hayan sentado en la misma mesa y le hayan pateado los caniches.
- (Ocaña) Al tratar de ver quién es más o menos peronista tratando de sacralizar a Perón, se desvía la atención del tema central. En realidad fue parte de un proceso en el que se prendieron para reprimir peronistas y no peronistas, desmantelando al pueblo y ya no a organizaciones políticas. Perón tenía que jugar un rol que no juzgó ni discutió, pero creo que no hay que desvincular Ezeiza de la represión.
- ¿Hubo repercusiones en Mendoza?
- (Ocaña) Sólo por haber ido a Ezeiza te pegaban.
- (Murúa) Aquí fue terrible.
- (Martínez Agüero) Hubo un reflejo en escala. El lopezreguismo también estaba instalado aquí y los sectores de la derecha nos tildaban de zurdos y colaboraron para que desaparecieran nuestros compañeros. Mi mujer fue una militante que terminó en una quita de desaparición forzada de personas. Aquí fuimos señalados por los grupos de la derecha y muy bien implementada la represión por la Policía de Mendoza, la Policía Federal, el Ejército y la Aeronáutica. El levantamiento de personas lo hacían los grupos de seguridad orientados por la patota.
- ¿Cómo es hoy la convivencia dentro del gobierno y el justicialismo, entre aquellos dos sectores en pugna?
- (Martínez Agüero) El análisis no comienza por los hombres, sino que el principio de mayoría y las masas están por encima de los hombres. Por eso estoy en el peronismo, más allá que me tenga que aguantara un fulano que estuvo en tal o cual lugar. En esa época tan dura, era colaborador el que no se jugaba denunciando lo que veía. Perón decía que cuando el destino de la patria está en peligro, hay dos cosas imperdonables: estar en los dos lados o no estar en ninguno. Lo importante es la memoria: no se puede perdonar el Alzheimer en la política, la demencia senil.
- (Ocaña) Con Ezeiza comenzó la represión masiva y de las organizaciones. A cuatro años de Ezeiza pasaron a la clandestinidad los grupos. La cosa no era pegarle a cuatro personas que tiran tiros, sino a una organización popular muy importante que se podría haber transformado en otra cosa si el líder fuera otro.
- (Murúa) Mi experiencia la escribí con una canción. Dice que hay un tiempo que ha pasado, que ha dejado sus huellas en nuestras mentes. Fueron tiempos muy violentos, de resentimientos y persecuciones, compañeros en prisiones, llanto.