miércoles, 4 de marzo de 2015
"Aristocracia de partidos facilita ingreso de mafias"
martes, 20 de noviembre de 2012
martes, 31 de julio de 2012
Appiolaza: "Si cumpliéramos con la ley tendríamos cárceles diferentes"
martes, 24 de abril de 2012
miércoles, 8 de junio de 2011
Seguridad democrática: Pilar para una sociedad "armónica e igualitaria"

lunes, 7 de diciembre de 2009
Documental: "Hip Hop: el 5to elemento". Dirección: Martín Appiolaza y Dany Pacheco
Hip Hop: el 5to elemento from Martin Appiolaza on Vimeo.
(Argentina, 2009). Arte urbano como forma de expresión de las distintas juventudes de Mendoza (Argentina). El Hip Hop como cultura de reconocimiento y forma de entender la violencia y discriminación. También como forma de evitar la violencia y el delito.
Producción y dirección: Martín Appiolaza y Dany Pacheco.
www.el5toelemento.com.ar
martin.appiolaza@gmail.com
sábado, 23 de junio de 2007
“La infancia es la opción para una sociedad nueva”

Diario Los Andes, 23 de junio del 2007
-¿Por qué propone volver la atención sobre la infancia?
-¿Recuperar la atención sobre la infancia para devolver énfasis en el comienzo de algo nuevo?
-Infancia significa literalmente que no habla. Desde el punto de vista filosófico es estar fuera del lenguaje, es pensar el mundo de la experiencia. La experiencia es lo que no está dicho todavía. La libertad esencialmente remite a lo que no está contado. En ese sentido, la infancia significa la posibilidad del retorno de la experiencia y retomar la sustancia en la libertad de los humanos.
-¿Pensar en la infancia es pensar que tenemos la libertad de empezar de nuevo para cambiar las cosas?
-Estoy hablando de otro comienzo. Si no hubiese otro comienzo querría decir que el chico en vez de comenzar, sería comenzado por otros, como habitualmente ocurre. La infancia debe ser lo discontinuo. Como es en este inicio donde está la generación de la vida y la posibilidad de libertad, la infancia representa la posibilidad de autonomía.
-¿Qué significa que los chicos no comienzan, sino que son comenzados? ¿Es que la infancia no nace libre?
-La escuela, la familia y los mecanismos de la cultura siempre fueron pensados como los mecanismos disciplinarios. El tutor es una metáfora fuerte de cómo pensamos a la infancia: el árbol se puede caer y tiene que tener un tutor, un palo más fuerte y hay que ir atándolo a él para sostenerlo y corregirlo. También pensamos los niños como las hojas de un árbol, unidas a las ramas, al tronco y todo sostenido por la raíz, que es un origen. Lo que predomina es la idea de la transmisión. La infancia tiene como misión fundamental tomar el pasado, asumirlo como presente y transportarlo hacia delante.
-No son libres porque los pensamos como plastilina para moldear.
-La posibilidad de replantear y liberarse de la negatividad del mundo está en plantear un proceso discontinuo. La potencia generativa de la infancia tiene que tener capacidad emancipatoria, una capacidad transformadora. En la infancia está lo incontaminado en términos absolutos. Representa esa discontinuidad que es el quiebre con la teoría de la transmisión y por lo tanto la autonomía. No es una autonomía pensada psicoanalíticamente. No digo que el niño puede hacer todo lo que se le da la gana. Se trata de una autonomía que reconozca la autoridad: no un niño como un yo absoluto sino un niño como alguien distinto, oprimido y que está sufriendo.
-¿Puede darme más ejemplos de la idea de discontinuidad como forma de libertad para la infancia?
-Esta idea la puede tomar del parto: es un proceso de alta discontinuidad donde hay un cordón que se corta. Ese quiebre debe ser leído de una manera distinta: no como el niño de mi propiedad. Usamos un posesivo infinito: mi hijo, mi alumno. Pensamos al niño como patrimonio. Lo vemos como la inocencia, el amor, algo que tiene que ser cuidado, protegido. Ahí está implícita una teoría de dominación y una cultura adulto céntrica que es la que crea los problemas y no la que los resuelve. Pero los niños están afuera de ese orden, son el mundo de lo no adulto, los que pueden transportar la posibilidad de la liberación.
-¿Cómo se manifiesta en las políticas esta ideología de la compasión? - Pensamos al niño como pobre, desnutrido, desprotegido, africanizado. Decimos que hay que protegerlo, ayudarlo. Esa visión se revierte cuando el niño se sale del molde y entra en conflicto con la ley. La respuesta son las instituciones del encierro, la baja de la edad de imputabilidad. Los medios representan las dos caras del niño: aparece el niño victimizado como la niña violada o el niño golpeado; y del otro lado aparecen las estadísticas del horror, de la participación de niños y jóvenes en delitos, de que cada vez son más chicos.
-¿Presentar a los niños como inocentes o desviados es la que justifica la ideología del control?
-Por eso hay que correr el eje de la discusión hacia la capacidad generativa para plantear cosas nuevas que tienen las vidas desde el inicio. Hay que preguntarse por qué hay niños que entran en conflicto con la ley. ¿Quiénes son los responsables? No viene en los códigos genéticos, sino un adulto le enseñó la ley, qué era bueno y qué era malo. La verdad es que hoy día la mayoría de los niños y adolescentes son buenos pibes. Se ha instalado una imagen de los niños con el paco, los niños de la calle, los niños molestos, pero aun con la insuficiencia que tenemos en la escuela, en la salud, la mayoría de los pibes son buenos. Mire, si se han aguantado la escuela, se han levantado en las peores condiciones de vida, han soportado la industria del entretenimiento y la televisión. Los pibes se aguantan todo. La culpabilidad de los niños son fallas de los adultos.
-Existe una relación entre derechos vulnerados y causas de la violencia. ¿Se puede pensar en respetar la Convención de los Derechos del Niño como una forma de prevenir la violencia?
-Las personas que estábamos involucrados en la redacción de la Convención creímos que había llegado la era de los derechos y que había que poner a la infancia necesitada como sujeto de derecho como una forma de ayudar. La infancia necesitada era el objeto de tratamiento de los programas disciplinarios o de la compasión. De ahí, gran parte surge la idea de la convención desde el punto de vista de la restauración de la subjetividad de los niños.
-Es decir que como sujeto de derecho el niño iba a tener otro tipo de trato, respetándole sus derechos a educación, salud, alimentación, identidad…
-Bueno, lo que pasó es que la Convención es un instrumento muy debilitado porque los derechos que ahí surgen son los derechos individuales, donde el niño queda segregado al cumplimiento. En realidad, los derechos de los niños son los derechos de los padres. Los niños tienen una autonomía relativa en el contexto de la familia. Esto no quiere decir que al plantear una infancia distinta estoy contra la familia, sí contra algunas formas de construcción de la familia. Pero la familia donde el chico tiene la posibilidad de desarrollo de su autonomía es valiosa.
-La ley y la trampa...
-El orden jurídico tiene una fragilidad constitutiva que deviene del hecho que el soberano siempre se coloca por fuera. Ahí surgen las teorías del estado de excepción, donde todo parece que está en la ley y no está. Todo puede ser parte de la ley, pero al borde uno puede ser dejado en manos de la policía. En el caso de la infancia esto es más que evidente porque la infancia no tiene capacidad de auto expresarse y auto defenderse. El niño entra en el poder discrecional de los adultos, ya sean jueces, sacerdotes, o una señora que dirige una ONG.La verdad es que estos derechos, esta forma de expresión de los derechos individuales que tienen un origen liberal y pensados como derechos negativos, no son un instrumento adecuado a no ser que sean puestos en el contexto de una lucha política. Creo que esta visión de los derechos, un sujeto de derechos, es muy ingenuo que el derecho pueda ser demandado en el caso de los chicos. Va a ser demandado en el caso individual, pero no en la infancia como categoría social. Es más un problema de lucha política y que son generalmente conquistados como reivindicación y lucha y no porque se otorguen.
- ¿Los niños deben reinvindicar sus derechos para que sean efectivos?
-No los adultos. Las luchas políticas tienen que devenir fundamentalmente por la infancia. Por eso digo que la infancia se define en relación con el mundo de los adultos. La infancia tiene una debilidad de no ser representada, tiene que tener alguien que la represente.
-¿Y quién se hace cargo?
-El ámbito para esa lucha es el Estado, porque el Estado puede asumir determinados intereses que son individuales. Pero el espacio en si mismo es un espacio de lucha. Por esta razón la infancia no puede quedar en manos de la familia privatizada en las ONG. La infancia como categoría social es una responsabilidad pública del Estado. El ámbito del Estado es el ámbito donde esas luchas deben ser realizadas y donde los derechos deben ser garantizados y no en la Justicia. La Justicia tiene una posibilidad muy soberbia respecto a la infancia.
-¿Cómo empezar a recrear la infancia desde el Estado?
-Por ejemplo, hay que discutir la escuela pública. No necesitamos una escuela donde la exclusión sea una exclusión de relación de trabajo, como si la escuela fuera motivo de relaciones de laborales. Lo que está explícito en la escuela es extremadamente fuerte como para quedar supeditado a una discusión sobre el salario básico de los maestros, las vacaciones, la antigüedad. Esto es insustancial frente a otros problemas. No quiero decir que esas demandas sean justas, pero en más de 50 días de huelga en Santa Cruz el ajuste cae sobre los niños. Y por otro lado, esta misma gente hace la Marcha Federal de CETERA, llevan a los niños a la Plaza de Mayo… Cinismo.
-Pero la infancia debe ser vocera de sus demandas…
-Yo no creo en los simulacros, esta cosa de llevar a los niños al Parlamento y ponerlos ahí a hablar.
-¿Y en la discusión de políticas sociales?
-Yo creo que los niños se van desarrollando en etapas. Hay momento en que tienen estatus consultivo y hay etapas en que tiene más capacidades para participar. Hay el desarrollo de una subjetividad, Mientras esta subjetividad no está capturada por los medios de comunicación el chico se desarrolle en autonomía.
-Volviendo al principio, lograr una infancia autónoma y libre es la opción para una nueva sociedad.
-Si uno se propone superar la negatividad del mundo y ponerse a pensar en construir una sociedad nueva, entonces la opción está en la infancia. La infancia es el único agente social que puede transportar la idea de cambio. Recrear la infancia es nuestra única posibilidad de cambio. Es el único sector que no tiene ninguna clase de poder. El niño no tiene idea del chantaje, de la negociación, de fuerza en la relación social… Está en pura disponibilidad para desarrollar sus potencialidades. Son el inicio de un cambio conceptual y camino para iniciar una discusión nueva.
sábado, 27 de agosto de 2005
ENTREVISTA: "Hay que retirar las armas" (en Guatemala)
Entrevista en el diario Prensa Libre de Guatemala, el 27 de agosto del 2005.
“Hay que retirar las armas”
Martín Appiolaza, ex director de Control de Armas de Argentina y coordinador para América Latina del Proyecto de Desarme, habla sobre el programa en Guatemala.
¿Cómo surge el proyecto de desarme en Guatemala?
Es por voluntad de la sociedad civil y por voluntad del Gobierno de Guatemala en su lucha por erradicar la violencia; ahora, debe haber un acompañamiento de organismos internacionales.
¿De qué manera se puede lograr el desarme?
No hay un remedio, debe haber una solución integral, en la que participen múltiples sectores de Gobierno, sociedad civil y organismos internacionales.
¿Cuánto afecta la violencia a Guatemala?
Es necesario empezar a sacar armas de la sociedad, porque la proliferación de éstas y la violencia le están cortando a Guatemala las posibilidades de ser un país más rico y mejor.
¿Y las pérdidas de oportunidades?
Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, la violencia le cuesta a América Latina el 12 por ciento de sus riquezas, y Centroamérica tiene niveles más altos de violencia.
Guatemala es la más violenta en la región, por lo que el porcentaje de pérdidas es mayor.
jueves, 3 de marzo de 2005
AUDIO: entrevista sobre violencia armada en América Latina (Radio IDL, Perú)
jueves, 14 de octubre de 2004
Entrevista a Laura Chinchilla: “Cuando hay participación de la gente, la policía Se vuelve más eficiente y mejora la seguridad"
Las reformas en seguridad en América Latina buscan la capacitación policial, la defensa de los derechos y garantías, la prevención de la violencia y la participación ciudadana, explica. Parece una enumeración de los ejes de las reformas implementadas en el Perú.
domingo, 11 de octubre de 1998
Entrevista a Raúl Alfonsín: “Estamos produciendo un cambio cultural en la política argentina”
domingo, 14 de junio de 1998
La masacre de Ezeiza según sus protagonistas
En los momentos previos al regreso de Perón a la Argentina en 1973, después de 18 años de exilio, un grupo de dirigentes justicialistas vinculados con los sectores gremiales ortodoxos abrió fuego sobre una columna de militantes de la izquierda peronista. Fue en el marco de una disputa por el poder, que anticipó años de recrudecimiento de la violencia política. Por muchos, es considerado un momento de inflexión en la historia del país. Protagonistas mendocinos de aquella jornada cuentan su experiencia y analizan su valor histórico.
El incidente se produjo en un predio de Ezeiza, Buenos Aires, donde se había preparado un acto multitudinario. Era para recibir a Perón después de 18 años de exilio. El flamante presidente del país era Héctor Cámpora, un hombre de confianza de Perón, que se había comprometido a llamar a elecciones apenas dejara de estar proscripto su jefe político. Perón era el poder y el acto en que lo recibían, el momento para disputarse los favores del líder y definir la tendencia de su gobierno.
Las partes
En el seno del movimiento peronista convivían grupos antagónicos que sólo compartían cierto nacionalismo, pero diferían en otras cuestiones de fondo. Llamaban derecha a los sectores vinculados con la burocracia sindical y a las agrupaciones de estudiantes ultranacionalistas. En la izquierda se nucleaban los que reclamaban cambios revolucionarios en nombre de un “socialismo nacional”, encabezados por Montoneros, la Juventud Peronista, la Juventud Trabajadora Peronista y muchísimos otros grupos.
El sector más ortodoxo fue el que manejó la organización del acto de seguridad alrededor del escenario. Estaban provistos de armas largas y apostados en lugares estratégicos. Cerca de las 2 de la tarde, le comenzaron a disparar a una columna de sectores de izquierda. Hugo más de 10 muertos, docenas de heridos y torturados. Los tiroteos se prolongaron por varios minutos, en los que se disparaban entre sí los distintos sectores enfrentados ideológicamente y también, del mismo grupo.
A la hora de rememorar aquella jornada trágica, los testimonios son coincidentes: se vivía un clima de euforia, los disparos sorprendieron a todos, los mejor armados eran los encargados de la organización del acto. Respecto a qué se disputaba, las teorías son dispares.
La memoria
Para analizar aquel tiroteo que acentuó la violencia política que ya sufría el país, reunimos a cinco mendocinos que estuvieron en Ezeiza aquel 20 de junio. Pertenecieron a los distintos sectores en pugna. Tantos años después, mantienen la terminología militarista que dominaba los discursos de la época y también el respeto casi reverencial al referirse a Perón.
Raúl Alberto Bartolomé, que hoy tiene 49 años, era entonces un afiliado al Partido Justicialista y miembro de la Policía de Mendoza. Llegó junto a una columna de la Concentración Nacional Universitaria que “abrevaba en la ultraderecha”. Recuerda que rumbo a Ezeiza, en el micro que los transportaba gritaban “ERP, FAR, Montoneros somos nuestros compañeros”, grupos con los que tenían indisimulables diferencias. “Me parecía mentira estar coreando esa consigna, pero la alegría era superior a cualquier enfrentamiento. Se vivía una efervescencia social”.
Luis Ocaña (52), en cambio, era un militante sindical. Según cuenta, en esa época “estaban naciendo todas las corrientes gremiales que se desprendían de la burocracia sindical férrea. Digo férrea porque nos ponían bombas a los que no estábamos con ellos”. Ocaña, que después participó en el Ejército Revolucionario del Pueblo, reitera que “Ezeiza era una enorme fiesta, con alegría y esperanza, murgas por todos lados. Al mismo tiempo, se puso de manifiesto un ensanchamiento de las organizaciones armadas que iban uniformadas”.
Por su parte, Walter Salinas (64), era un miembro de la Juventud Peronista y pertenecía a Montoneros. “Nosotros queríamos mostrarle al Viejo (Perón) el poder de organización y movilización que tenía el nuevo peronismo, que era hijo de la resistencia. Nosotros no teníamos un planteo de enfrentamiento armado, sino que había directivas claras de permitirle fierros (armas) sólo a los autorizados”. Aquél día, Salinas llevaba una pistola calibre 32. “Pero en un enfrentamiento, las armas cortas no son ofensivas, sirven para defenderse. En cambio, estaban armados los grupos que se apoderaron de los 400 metros alrededor del palco, que eran del comando de Osinde con gente de Brito Lima y de la Concentración Nacional Universitaria, de la Alianza Libertadora Nacionalista y mercenarios argelinos”.
Guillermo Murúa (56), recordando como miembro de la ortodoxa Juventud Sindical, asegura que “tenía una relación generalizada con todos los compañeros, Ezeiza para mí era una hermosa fiesta, pero en minutos nos dejaron desparramada la esperanza”. Había participado en la Resistencia Peronista desde 1957, desde los conventillos de la calle Juan B. Justo, donde tenía una radio clandestina. Para Murúa, ese 20 de junio sufrieron un desgarramiento. “De repente nos encontramos en medio de una batahola infernal, gente herida, compañeros que auxiliaban a los heridos, sirenas. Nuestra gran pena fue que la ilusión culminara en un enfrentamiento entre hermanos”.
Guillermo Martínez Agüero (52), era en 1973 uno de los máximos dirigentes de Montoneros en Cuyo. “Pertenecía a la estructura orgánica y a la conducción. Nosotros queríamos participar de lo que era el mayor acontecimiento latinoamericano, de la coronación de 18 años de resistencia. La síntesis era la consigna Perón Vuelve. Generacionalmente lo íbamos a ver por primera vez. Muchos buscaban el encuentro con las conquistas sociales que había sido la época de la felicidad del pueblo de la década peronista y otros íbamos a seguir buscando las transformaciones sociales revolucionarias”.
- ¿Ese fue el eje del conflicto?
- (Martínez Agüero) El ataque vino de la derecha, que no quería el encuentro de Perón con los militantes que buscaban la liberación nacional. Ellos querían que Perón, ya grande, no llevara adelante las transformaciones históricas que venían del año ’45. La intención era frustrar un proyecto de liberación. Atacaron la movilización, nosotros fuimos defensivamente. Nosotros volvimos con frustración y tristeza por los muertos y el desencuentro.
- ¿No esperaban un enfrentamiento?
- (Martínez Agüero) Pensábamos que podía darse en una movilización, con lucha de consignas. No pensábamos que iban a atacar.
- ¿Cuál fue su experiencia, Bartolomé?
- (Bartolomé) Yo estaba en ese momento a 30 metros del palco. Cuando comenzó el tiroteo, quedé entre dos fuegos. Desde el palco le disparaban a la gente que estaba en los árboles y en la escuela hogar, pero eran todos del mismo grupo. Yo me vio obligado a desenfundar la pistola, una 11,25 con dos cargadores, cuando me quedé entre los dos fuegos. El peligro para mí era la gente de los árboles.
- ¿Quién creía que disparaban desde los árboles?
- (Bartolomé) En ese momento pensé que eran comunistas.
- ¿Usted era anticomunista?
- (Bartolomé) Sí, si, era anticomunista.
- ¿Consideraban que Montoneros eran comunistas?
- (Bartolomé) No sé si los veían como comunistas, sino como una oposición a la que había que limpiar… En el momento del tiroteo, yo utilizaba el zoom de la filmadora para ubicar a la gente que estaba en los árboles para dispararles. No me quedaba otra, era una cuestión de vida o muerte. Quiero que quede claro que Montoneros no fue el que abrió fuego.
- (Ocaña) Es fuerte lo que nos dice pero es mucho más fuerte lo que hicieron. La gente de los árboles de la cual habla, eran francotiradores que estaban apuntando a lugares bien precisos, a miles de personas que querían un país nuevo. La frialdad con que fue calculada una balacera en medio de un millón de personas, habla a las claras de las intenciones de este tipo de gente que sigue existiendo y matando la esperanza. Había una enorme ingenuidad, cualquiera fuera el arma que llevaras. Se pretendía mostrarle a Perón el poder y sentarlo en el sillón presidencial. La ignorancia dentro de vastos sectores del peronismo no era tanta, sino que estaba todo perfectamente orquestado y planificado. Si no estaba bien planificado no se hubiera repetido la represión con la Alianza Anticomunista Argentina y el Proceso de Reorganización Nacional.
- Horacio Verbitsky en el libro “Ezeiza” narra cómo Bartolomé fue detenido y torturado ¿Nos puede resumir la anécdota?
- (Bartolomé) Cuando subí al escenario para buscar municiones, el comandante Menta de Gendarmería me pidió el arma. Como estaba acostumbrado a una formación militar, se la entregué sin ningún inconveniente. Me llevaron al hotel de Ezeiza y me torturaron con Ciro Ahumada dirigiéndolos. Cuando fui a hacer la denuncia, me enteré de que los muertos fueron muchos más de los que se dice hoy.
- Ocaña, ¿dónde estuvo en el momento del tiroteo?
- (Ocaña) Estaba cerca del escenario, cuando repentinamente empezaron los tiros, los gritos. La gente corría por encima, no se sabía de dónde disparaban. Pero no sólo fue un enfrentamiento entre sectores del peronismo, sino que excedió al movimiento, porque el Partido Comunista estaba allí. Creo que no fue un problema de sectores enfrentados, sino que hubo un grupo bien preparado y armado, entrenado para producir lo que produjo.
- (Salinas) Yo sostengo que hubo una masacre. Cuando hay enfrentamiento chocan dos fuerzas iguales, pero en Ezeiza tiraban de un lado y recibían del otro. Ese día hubo dos tipos de lucha: la política y la militar. La política la había perdido el sector sindical porque la presencia de las líneas de militancia combativa había superado sus banderas. Entonces, desataron la represión militar.
- (Bartolomé) Hay que poner algo en claro: no cualquiera es capaz de movilizar, organizar y conducir a un millón de personas pacíficamente, como sucedió ese día. Quedaba en claro que antes de un poder de convocatoria había un poder de organización, que en determinados casos puede ser un problema. Así lo entendió la gente de Osinde y abrió fuego.
- Murúa, ¿cuál fue su experiencia?
- (Murúa) Cuando comenzó el tiroteo, hubo un desbande con gente que corría, que se arrastraba, otros que no se querían mover. Cuando vimos que había compañeros heridos por las balas, los desplazamos a espacios más seguros. Los que auxiliamos fuimos muchos, es que no todos disparaban o daban garrotazos.
- (Martínez Agüero) No hay que reducir el tema a anécdotas. Yo creo que la violencia es consecuencia de una problemática profunda. Había un problema de proyectos de poder. Había sectores que no querían que llegara al palco la columna sur que venía desde La Plata. La emboscaron. Nosotros, que estábamos con la conducción de montoneros, no disparamos un solo tiro, todo vino del sector provocador.
- ¿Qué pudo ver?
- (Martínez Agüero) Fue un ataque frontal con armas largas, con escopetas de calibre 12, Itakas o Batán, vinieron del grupo de la derecha y del sector conducido ideológicamente por López Rega y comandados por Osinde y Brito Lima.
- ¿Cómo creen que repercutió Ezeiza en el futuro político de la Argentina?
- (Martínez Agüero) Ezeiza generó un macartismo: comenzó la caza de brujas y la búsqueda de zurdos. Fue la antesala de la gran represión que se agudizó con el golpe de 1976.
- ¿Comenzó con Perón como presidente?
- (Martínez Agüero) No es que comience con Perón como responsable, sino que hubo una gran lucha por el poder por debajo del presidente.
- ¿Le quedan dudas respecto a la proximidad ideológica de Perón con los sectores más ortodoxos?
- (Martínez Agüero) Creo que Perón está en el centro de gravedad de su movimiento, donde había un sector transformador que quizá quería ir más rápido de lo que permitía la situación, y otro retardatario que estaba contra nosotros. Yo no quier conciliar, no me interesa, quiero decir lo que pienso y he vivido. Yo fui encarcelado en el año 1974, en pleno gobierno de Isabel Perón y Antonio Cafiero en Mendoza. Entonces, creo que ese 20 de junio anticipó la represión contra la movilización popular.
- (Bartolomé) Una pregunta Martínez Agüero: cuando Perón trató a los montoneros de imberbes y estúpidos en Plaza de Mayo, ¿no muestra una toma de posición?
- (Martínez Agüero) Lo dijo muy en caliente, pero lo más triste fue que ese primero de mayo estaba junto a López Rega.
- Era una antigua relación. ¿Qué les hacía pensar que se podía inclinar por Montoneros?
- (Martínez Agüero) Perón nos trató de “juventud maravillosa” y dijo en un momento que con 20 años menos hubiera puesto bombas con nosotros. También decía que la violencia de arriba generaba la violencia de abajo y justificó nuestra lucha.
- A 25 años, ¿no le parece ingenua aquella idea de hacer cambiar la postura histórica de Perón con una movilización masiva?
- (Martínez Agüero) Yo creo que la postura histórica de Perón era la tercera posición.
- (Bartolomé) Es evidente que la postura de Perón no era la de los montoneros, por más que se hayan sentado en la misma mesa y le hayan pateado los caniches.
- (Ocaña) Al tratar de ver quién es más o menos peronista tratando de sacralizar a Perón, se desvía la atención del tema central. En realidad fue parte de un proceso en el que se prendieron para reprimir peronistas y no peronistas, desmantelando al pueblo y ya no a organizaciones políticas. Perón tenía que jugar un rol que no juzgó ni discutió, pero creo que no hay que desvincular Ezeiza de la represión.
- ¿Hubo repercusiones en Mendoza?
- (Ocaña) Sólo por haber ido a Ezeiza te pegaban.
- (Murúa) Aquí fue terrible.
- (Martínez Agüero) Hubo un reflejo en escala. El lopezreguismo también estaba instalado aquí y los sectores de la derecha nos tildaban de zurdos y colaboraron para que desaparecieran nuestros compañeros. Mi mujer fue una militante que terminó en una quita de desaparición forzada de personas. Aquí fuimos señalados por los grupos de la derecha y muy bien implementada la represión por la Policía de Mendoza, la Policía Federal, el Ejército y la Aeronáutica. El levantamiento de personas lo hacían los grupos de seguridad orientados por la patota.
- ¿Cómo es hoy la convivencia dentro del gobierno y el justicialismo, entre aquellos dos sectores en pugna?
- (Martínez Agüero) El análisis no comienza por los hombres, sino que el principio de mayoría y las masas están por encima de los hombres. Por eso estoy en el peronismo, más allá que me tenga que aguantara un fulano que estuvo en tal o cual lugar. En esa época tan dura, era colaborador el que no se jugaba denunciando lo que veía. Perón decía que cuando el destino de la patria está en peligro, hay dos cosas imperdonables: estar en los dos lados o no estar en ninguno. Lo importante es la memoria: no se puede perdonar el Alzheimer en la política, la demencia senil.
- (Ocaña) Con Ezeiza comenzó la represión masiva y de las organizaciones. A cuatro años de Ezeiza pasaron a la clandestinidad los grupos. La cosa no era pegarle a cuatro personas que tiran tiros, sino a una organización popular muy importante que se podría haber transformado en otra cosa si el líder fuera otro.
- (Murúa) Mi experiencia la escribí con una canción. Dice que hay un tiempo que ha pasado, que ha dejado sus huellas en nuestras mentes. Fueron tiempos muy violentos, de resentimientos y persecuciones, compañeros en prisiones, llanto.