La reducción se mantiene después de varios meses. Arriesgar causas es
prematuro. Una podría ser el diseño, articulación e implementación de políticas
de seguridad y sociales entre distintos niveles del Estado. Se produce en un
contexto nacional de alza.
Por Martín Appiolaza. Está disminuyendo la cantidad de
homicidios en Rosario. Primero empezó a reducirse el ritmo de crecimiento. Pero
desde agosto hay una clara disminución comparada con los primeros meses del año
y una reducción fuerte respecto a los mismos meses del 2013. El cambio en la
tendencia se da en los meses en que históricamente aumenta la violencia y sus
víctimas en la ciudad.
Los datos producidos por el
Observatorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana de la Municipalidad de
Rosario indican que en agosto hubo un homicidio menos que el año anterior. Que
en septiembre la disminución sobre el mismo mes del año anterior fue del 50% y
que en octubre la caída fue del 57%. En noviembre y diciembre la caída fue
menor. El año terminó con 5,5% menos y en los primeros dos meses del 2015 la
caída es del 20%.
La tendencia anual comenzó a
estabilizarse a partir del segundo trimestre, en coincidencia con la
implementación de una serie de medida de tipo policiales como la presencia de fuerzas
federales, la creación e implementación de la policía comunitaria en algunas
zonas muy afectadas por la violencia y los cambios en las formas de patrullaje.
Pero también una intervención amplia en estrategias de prevención e inclusión
social.
Las políticas públicas orientadas a la
seguridad son complejas, requieren varios niveles de intervención, los impactos
demoran y pueden variar bruscamente por muchas razones. Sin embargo, cuando se
insinúan tendencias alentadoras en cuanto a la reducción de la violencia,
merecen atención.
No hay remedios mágicos. Los datos parciales
del Observatorio municipal muestran que, al mismo tiempo que disminuyeron las
víctimas fatales –que aún son muchas- la cantidad de heridos por armas de fuego
se mantuvo alta. Esto permite relativizar el impacto de las medidas de
presencia policial, ya que los tiroteos se siguen produciendo.
Lo que cambia es la letalidad:
distintos estudios y observaciones permiten advertir que predominan las peleas
entre grupos juveniles por broncas y adversidades locales. Es un fenómeno que
se ha hecho visible en los últimos años en ciudades grandes e intermedias en
todo el país. Así también lo detectó el Instituto de Investigaciones de la
Suprema Corte de Justicia respecto al incremento de homicidios en la Ciudad de
Buenos Aires. Otras ciudades grandes como Mendoza, por ejemplo, también están
sufriendo un incremento importante en las tasas de crímenes violentos.
Las acciones
La reducción de homicidios es una
tendencia. Asegurar cuáles son las causas y prescribir “soluciones exitosas”
puede ser prematuro. Sin embargo, podemos especular revisando qué puede contribuido
a la baja. Especialmente, identificar las políticas públicas. Veamos.
La Municipalidad de Rosario definió,
una serie de estrategias de prevención social de la violencia, dentro de lo que
le permiten sus competencias en temas de seguridad pública. Están focalizadas
en los grupos más vulnerables, en la violencia armada, las víctimas y
fortalecer las capacidades de control para mejorar la convivencia. Estas
acciones comenzaron hace un año y hay que considerarlas como posibles
contribuciones a la disminución de la violencia.
Un estudio a partir de las víctimas de
la violencia en Rosario permitió establecer que la mayoría son niños y jóvenes,
varones, que viven en barrios populares, que han pasado por situaciones de
violencia y que vuelven a repetirse. Orientándose a esos grupos, el programa
“Nueva oportunidad” trabaja con 700 de esos jóvenes en inclusión laboral y
sociocultural. Complementariamente, el Ministerio de Educación de Santa Fe
profundizó las estrategias de inclusión educativa con el programa “Vuelvo a
estudiar”, focalizado en frenar el abandono escolar.
Todos coinciden, en Rosario el Estado
está presente en todos los barrios. Sin embargo, hay zonas de la ciudad donde
la inversión social es más necesaria para garantizar el acceso a servicios como
agua, electricidad, cloacas, pavimento y cambiar las condiciones de
hacinamiento. Muchos de las víctimas de la violencia viven en estas
comunidades. La violencia ha redefinido las formas de convivencia, incluso por
la aparición de mercados ilegales. En esas comunidades la provincia de Santa Fe
y la Municipalidad de Rosario cooperan con organizaciones comunitarias en las
mesas barriales para mejorar los barrios y fortalecer la capacidad de
organización de los vecinos. El “Plan Abre” desarrolla iniciativas similares también
en Villa Gobernador Gálvez y Santa Fe.
Prevención
El estudio de las características de la
violencia en Rosario articulando distintas áreas estadísticas municipales,
evidenció que 9 de cada 10 víctimas de homicidios eran varones, que la mitad
tenían entre 10 y 30 años, que las muertes se producían con armas (en 7 de cada
10 casos y aumentando), que la mayoría de estos jóvenes moría a no más de 15
cuadras de su casa y que la mitad de los asesinados rosarinos ya habían sufrido
situaciones de violencia. Además, la información del Ministerio de Seguridad de
Santa Fe demostró que la principal causa de violencia era por violencia entre
conocidos, y no, como se aventaba mediáticamente, vinculada al narcotráfico.
La política de prevención municipal se
concentró en estas víctimas, tratando de resolver las causas de los conflictos
y evitando que se multipliquen. Esto incluye un relevamiento permanente de los
conflictos en la ciudad y el abordaje a las víctimas de violencia armada junto
con sus personas cercanas para desactivar venganzas o futuros enfrentamientos. También
mediación entre bandas para superar las enemistades o broncas que
desencadenaron la violencia.
Incluso, en la multiplicidad de acciones
podríamos considerar también mejoras en el control y convivencia en el espacio
público, ámbitos donde se producen la mayoría de los conflictos violentos.
Coordinaciones
Igualmente importante, la coordinación
entre niveles de la justicia, investigaciones enfocadas sobre organizaciones
ilícitas y en la que han colaborado distintos niveles del Estado, han encerrado
a grupos criminales. Incluyendo a policías corruptos.
La modernización de la policía es
clave. Los primeros pasos han avanzado en definir criterios de gestión para
concentrarse en algunas estructuras criminales, definir especialización
policial de acuerdo a problemas como la Comunitaria y Táctica, así como la
descentralización creando jefaturas por nodos y por ciudades. La reforma
policial y de la justicia penal buscan reconstruir la confianza dando
respuestas a las expectativas sociales de seguridad y justicia.
Sin duda el conjunto de acciones
municipales, provinciales y federales han contribuido en parte a empezar a
reducir la violencia. La enumeración rápida de políticas –en general contenidas
en un consenso amplio sobre lo que debe ser una seguridad democrática- puede
resultar orientadora. Pero no hay respuestas mágicas. Es fundamental construir
acuerdos amplios para avanzar en políticas a largo plazo y renunciar a las
especulaciones electoralistas sobre un tema complejo y extendido en el país,
que encabeza las preocupaciones en la Argentina.
(*) Martín Appiolaza. Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia. Asesor en seguridad ciudadana y convivencia de la Municipalidad de Rosario.