sábado, 24 de diciembre de 2011

Hoja de vida (CV)

Coordinador académico del diplomado en Seguridad Democrática. Consejero del Consejo Asesor de Seguridad Pública de Mendoza. Miembro del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (ILSED). Director del Centro de Estudios de Seguridad Urbana UNCuyo. Director de la revista Plataforma.

Fue funcionario de Naciones Unidas (UN-LiREC) en temas de seguridad humana para América Latina y el Caribe, coordinador del Foro Parlamentario sobre Armas Pequeñas y Ligeras para América Latina y el Caribe. Consultor de BID-CISALVA, del Ministerio de Seguridad (Argentina) y del Ministerio de Seguridad de Mendoza. Consultor en proyectos de seguridad ciudadana, prevención de la violencia y el delito en México, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Colombia, Venezuela , Brasil, Ecuador, Argentina, Perú y República Dominicana. Fue consultor de Save the Children Suecia en temas de violencia armada y pandillas. Coordinó el programa de desarme voluntario Plan Canje y fue director de Control de Armas y Seguridad Privada en el Ministerio de Seguridad (Mendoza). Participó en la formación de la Coalición Latinoamericana para la Prevención de la Violencia Armada (CLAVE), fue miembro de comité directivo de la International Action Network on Small Arms (IANSA).
Fue periodista en prensa escrita, radial y sitios web, en temas de políticas públicas, seguridad y derechos humanos.

Licenciado en Comunicación Social (UNCuyo, Argentina), diplomado en Gerencia Social (Universidad Católica del Perú), especialista en Gestión de Proyectos Sociales (UNCuyo). Autor de papers y artículos sobre seguridad ciudadana y prevención del delito publicados en varios países de América Latina, donde también ha disertado sobre los mismos temas. Co dirección y producción del documental "Hip Hop: el 5to elemento" sobre cultura urbana, violencia y hip hop.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Mendoza, la ciudad violenta que necesita cambiar

Por Martín Appiolaza. Hubo una Mendoza manejada por unas pocas familias para su provecho. Los conflictos por la seguridad eran: controlar a los “otros” con violencia. Quizá las cosas no cambiaron mucho, pero la violencia amenaza con aumentar.



Donde hay dos personas hay conflictos. Si no los hay, ya van aparecer. Será por el agua, la tierra, el dinero, el poder. Con dos personas alcanza. Con 150 mil viviendo juntas la cosa se complica. Si hay un millón como el Gran Mendoza y ninguna posibilidad de que todos tengan lo que quieren, la situación se vuelve crítica. El problema no son los conflictos, el problema es que permitamos que de los conflictos se vuelvan violentos. O que utilicemos una y otra vez la violencia para aplastarlos beneficiando a una parte. Esta ciudad nació de los conflictos. Siempre los hubo y respondimos alentando la violencia con leyes y políticas que empeoraban las cosas. Por eso, para hablar de inseguridad tenemos que hacernos cargo de nuestra historia.

Raro sería que no hubiera conflictos. Nada más humano que reclamar y defender algo que queremos, deseamos, creemos. Era previsible que los indios encomendados (esclavizados) por los pioneros españoles se fueran a hartar de los malos tratos en la Mendoza del XVII. Que las tierras de las que corrieron a los indios se concentraran en unas pocas manos y que la suma del poder en manos de las 35 familias que manejaban la ciudad a fines del siglo XIX iba a generar el hartazgo de otros vecinos prominentes. Que las extremas desigualdades construidas a partir de la violencia iban a producir protestas durante todo el siglo XX. Pero conflictos siempre hay. Bien aprovechados han mejorado la ciudad y la vida de las personas. Violentamente sofocados han contribuido a prorrogar injusticias (es imperativo leer las historias políticas e institucionales de Mendoza de Pablo Lacoste).